Nuevos negocios contribuyen al resurgir del Casco Vello alto

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

XOAN CARLOS GIL

Un taller de costura, una editorial y un estudio de arquitectura son los últimos en llegar al barrio

11 oct 2016 . Actualizado a las 12:14 h.

La zona alta del Casco Vello, la que queda partida por la Porta do Sol y Elduayen, inició su recuperación hace una década. Sus primeros moradores ayudaron al lavado de cara, no solo físico, de las viviendas recuperadas por el consorcio participado por la Xunta en un 90 % y el Concello en el 10 restante, para rescatar de la miseria a un barrio que había caído en el abandono total. En la zona baja, la hostelería fue clave para su resurrección, pero para los repobladores del área castigada por el ambiente del trapicheo junto al de la prostitución, los bares eran justo lo que sobraba. Por eso, allí, la entidad que gestiona las ventas y alquileres a precios muy ventajosos, promociona la creación de negocios que se alejen de ese tipo de empresas. Y lo están consiguiendo. En el área, la única tienda normal que quedaba era el colmado de Tino. El tendero sigue allí, pero hay más. En total, 22 negocios (y dos más disponibles en Ferrería y otro par en obras).

En el último mes han abierto sus puertas tres negocios nuevos y muy distintos unos de otros: el taller de costura Cose que te Cose, el estudio de arquitectura Rego y Tovar, y la oenegé Fundación Amigos dos Maiores. Hoy mismo, se suma uno más aunque no tiene local propio sino que se integra en el Espacio Nido (Ferrería, 25), que funciona como un coworking en el que comparten espacio varias empresas, La que esta tarde celebra su presentación es Catro Ventos Editora, una cooperativa centrada en la publicación en gallego de traducciones y obras de creación propia, que gestionan varios socios unidos por principios éticos y sociales, cuenta Isidro Dozo, que es uno de ellos. Aunque es ahora cuando hacen su presentación pública, llevan trabajando desde junio y ya han editado un estudio sobre nuevos modelos económicos para acabar con la dictadura del PIB, un libro de fotografía sobre la ruta de los refugiados en Europa y el documental Mañana, que subtitularon al gallego. En Ferrería 5 está desde septiembre María Fernández con un pequeño taller que lo mismo te arregla un roto que un descosido, hace cortinas, estores, arreglos «o lo que me pidan. Si vienen con una idea, trato de ejecutarla», cuenta la moañesa, que viene de una larga etapa en el sector textil, pero le apetecía emprender un proyecto por su cuenta y también se atreve con creaciones propias.

En el estudio de arquitectura Rego y Tovar, en San Sebastián, 26, se han asentado dos jóvenes profesionales, Ana López de Rego y Antonio Tovar, vigueses esperanzados ante la mejora de la situación del sector y la reactivación del mercado.

Otro espacio que inicia aventura es la Fundación Amigos dos Maiores, en Ferrería, 33. Laura Carballa es la coordinadora local de esta organización de voluntariado que tiene como objetivo paliar la soledad y las carencias afectivas de las personas mayores que viven solas a través de diferentes programas de acompañamiento.

En el nuevo Casco Vello también hay una empresa de ingeniería: Bertana (San Sebastián, 6), que abrió en 1999 en Navia «pero decidimos cambiarnos aquí y nos mudamos en diciembre», cuenta Marta Bordóns, administrativa de la firma que lleva el ingeniero Raúl Tomé.

Hace dos meses, además, comenzó su andadura Arzaia (San Sebastián, 4), un centro de apoyo educativo para alumnos de secundaria y últimos cursos de primaria, que lleva la viguesa Ana Belén Álvarez.

Los negocios pioneros fueron la galería de fotografía JT Gallery, y los locales especializados en producto fresco y ecológico A Tenda do Avó y A Horta de Abeleira. El café Matina y el obrador de pan Trastrigo llegaron después, dando al barrio género de consumo diario. La red comercial sigue creciendo, a pesar de que ha habido momentos críticos y quejas de los emprendedores, que hace dos años pidieron una prórroga sobre las condiciones especiales que les ofreció el Consorcio (entre 180 y 300 euros de alquiler), lo que les llevó a hacer su apuesta.