«Por fin me pasa algo bueno»

VIGO

M.MORALEJO

Tras sufrir dos atropellos, la triatleta Aída Valiño espera su primera hija sin dejar de lado el deporte

02 jun 2016 . Actualizado a las 12:40 h.

Aída Valiño atiende el teléfono «recién salida de la piscina». «Ahora tengo un rato», dice. Porque, incluso embarazada de casi 30 semanas, no para ni un minuto. La primera hija de la campeona de España de triatlón de media distancia y su compañero, el también triatleta Gustavo Rodríguez, se llamará Noa y nacerá el próximo agosto. «Después de dos años malísimos, por fin me pasa algo bueno», comenta la deportista pletórica.

Aída Valiño sufrió un primer y grave atropello cuando entrenaba en bici en junio del 2014; menos de un año más tarde ?abril del 2015?, y poco después de retomar la competición, era víctima de un percance similar que volvía a frenar su gran progresión. «Fueron momentos complicados y después de pasarlo tan mal se agradece más que te venga algo tan positivo. Estoy muy ilusionada», dice al tiempo que confiesa que «según se acerca el momento, te asustas un poco».

También a medida que se aproxima el final del embarazo, tiene que ir reduciendo su actividad. Pero se resiste. Esa «nueva vida» ?que también incluye el grado de Enfermería que está a punto de terminar? de la que habla en ningún caso implica dejar de lado el deporte. «No lo supe hasta que estaba de seis semanas, así que hasta entonces entrenaba como siempre, corriendo fuerte, saliendo en bici fuerte... Como si nada».

Con el paso de las semanas sí ha tenido que ir reduciendo el ritmo. «Me dijeron que en el primer trimestre era mejor no correr, pero sigo yendo a nadar y no dejé la bici de montaña hasta hace dos semanas. Ahora voy más de paseo o con la bici cuando Gustavo sale a correr», dice.

Su idea es seguir activa hasta el final, también pensando en su reaparición una vez convertida en madre. «En la medida que pueda, no pienso dejar de nadar ni de pasear. No es como un entrenamiento, ni mucho menos, claro, porque no puedo dejar que se me acelere el pulso y lo hago todo muy despacito, más suave». Pero quedarse quieta no es una opción: «Romper del todo con la vida que estabas llevando y a la que tu cuerpo está acostumbrado tampoco es bueno».

Tras todo este tiempo sin competir, y pensando en el que le queda por delante, no le cabe duda de que quiere volver y, si puede ser, a su mejor nivel. «Se me pasa un poco el gusanillo yendo a las competiciones a animar a Gus y a los amigos, ¡pero ganas de volver en cuanto pueda no me faltan!». Su ejemplo a seguir lo tiene claro: Teresa Portela. «Hablé con ella de cómo lo compagina y está encantada. Verla ahí, con su niña, clasificada para los Juegos es la prueba de que es posible volver al máximo, que aunque va a ser con mucho esfuerzo, se puede».

Secuelas superadas

Ella es experta en superación. Tras los accidentes arrastró secuelas durante muchos meses, tantos físicas como psicológicas. «Ahora solo me duelen los hombros a veces. Y ya no tengo miedo a salir con la bici, aunque tengo mucho cuidado, y más ahora, de ir por el río donde no pasan coches o por el carril bici». En unos años, quizá le acompañe la pequeña Noa. «Todo el mundo nos dice que menuda deportista va a salir de aquí. Que sea lo que quiera, pero como se parezca a los padres, seguro que no va a ser de estarse quieta».