«En Caramuxo estamos dejados de la mano de Dios»

alejandro martínez VIGO / LA VOZ

VIGO

M.MORALEJO

Los empresarios reclaman la reforma del cauce del río Lagares para evitar las inundaciones que se repiten cada invierno

15 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Caramuxo teme al Lagares. No hay invierno que su cauce no se desborde y ocasione daños a las empresas del polígono. Las aguas colapsan los accesos, destruyen la maquinaria, estropean los materiales y paralizan la actividad en un entorno industrial donde hay más de 2.000 trabajadores. Año tras año, los empresarios observan impotentes cómo siempre tienen los mismos problemas cada vez que llueve con intensidad.

Ni la administración autonómica, competente en el mantenimiento del río, ni el Ayuntamiento, responsable de las redes de pluviales, han sido capaces de resolver un problema que se repite cada año.

El último episodio se produjo el viernes de la semana pasada. La avenida principal del polígono volvió a convertirse en un río que paralizó la actividad productiva durante toda la jornada. «Estamos abandonados y dejados la mano de Dios, si esto fuera un maizal, sería bárbaro, pero resulta que somos empresas y cada vez que nos inundamos tenemos pérdidas de trabajo y de dinero», apunta Javier Blanco, responsable de una marmolería que lleva más de medio siglo asentada en la zona.

Las primeras empresas que se asentaron en estos terrenos de San Andrés de Comesaña eran auxiliares de Citroën y lo hicieron por su proximidad a la fábrica matriz. Con el paso de los años las naves han ido cambiando de usos y se han sumado empresas de otros sectores como el naval, pinturas, el transporte o la hostelería.

El fenómeno de las inundaciones es relativamente reciente en el Camiño do Caramuxo. Hace dos décadas no se producían estos desbordamientos. Pero la actividad humana ha ido recortando el espacio del cauce del río, que ante un aumento del caudal vuelve a reclamar su espacio. El polígono residencial de Navia es un ejemplo. «Hasta no hace mucho tiempo era un monte y ahora es asfalto que nos echa todo el agua», apunta Blanco.

El peligro de inundaciones se concentra en un tramo de 200 metros de longitud, delimitado por la empresa Toysal y Serunión. Es una zona especialmente vulnerable porque se encuentra al mismo nivel que el río y el agua llega hasta las empresas con mucha facilidad ante la mínima crecida. Pablo Benavides apoderado de Vicalsa apunta que el problema no solo es el agua sino toda la suciedad que arrastra y que acaba estropeando la maquinaria. Las peores lluvias las sufrieron en noviembre de 2014. La inundación les estropeó una máquina fresadora para piezas de grandes dimensiones, lo que les ocasionó unos daños valorados en más de un millón de euros. Finalmente fueron indemnizados, pero tuvieron que paralizar la actividad y adelantar el dinero de la reparación, lo que les produjo desequilibrios financieros.

Soluciones

Los afectados creen que hay una solución al problema de las inundaciones y ponen como ejemplo las medidas que la Xunta adoptó cuando en el año 2006 la crecida del río Groba anegó el barrio de Sabarís, en Baiona.

Entonces se llevaron a cabo unas obras de encauzamiento del río que hicieron su efecto. Nunca más volvieron a registrarse daños por el agua en esta zona. En Caramuxo quieren que se haga la misma obra. «Hay que dragar el río de abajo a arriba, limpiarlo, anchearlo y profundizarlo», apunta Javier Blanco. Se trata de una obra muy costosa que por el momento las administraciones no han afrontado. «Se pasan la pelota unos a otros», afirma Pablo Benavides. El portavoz de Asime, Enrique Mallón, apunta que se podrían establecer sistemas de achique y bombeo, así como acondicionar y limpiar el río e intentar canalizar las aguas pluviales y poderlas expulsar 500 o 600 metros más abajo. «Ya estamos en contacto con Augas de Galicia y esperemos que dentro de sus competencias, cada una de las administraciones nos den una solución», afirma.