El futuro soporte de lectura

VIGO

28 jul 2015 . Actualizado a las 23:29 h.

El papel ha muerto, larga vida a la pantalla. Tire a la basura los libros, compre un iPhone 17 a los niños, actualice una vez más el WhatsApp, que ya han pasado 10 segundos desde la última vez. Disfrute de la permanente vibración a su alrededor y de todo lo que emite agudos ruiditos en su entorno, tutí, tutí, tutí, porque tiene un mensaje en el microondas, tutí, alguien le habla por Facebook a través de las gafas, tutí, le entra un tuit por el zapato, tutí, o tiene una alerta de una noticia a la que se ha suscrito en la pantalla del robot de cocina mientras preparaba el postre. Tutí, tutí. Digitalícese. El papel ha muerto, larga vida a la pantalla. Como todo vuelve, ya llegará el día en que hayamos pasado por ordenadores que conducen, iPads que les cambian los pañales a los niños, teléfonos que sacan el perro a pasear, relojes con emociones y aspiradoras que acerquen su hocico a nuestra pierna y se froten contra ella cada tarde-noche. Entonces, aparecerá alguien que tendrá la idea del siglo. ¿Y si creamos un producto de lectura fabricado a partir de una suave pasta de celulosa -pensará-, que se pueda palpar, que emita un suave crujido al doblarse, que permita escribir sobre él, que sea transportable, que no tenga incómodos brillos en la pantalla ni dependa de una fuente de alimentación externa? Algo revolucionario. El tipo se forra, seguro.