La líder de la banda del vudú alega que solo cobró por sus trabajos de peluquería

VIGO

M. Moralejo

La mujer asegura que estaba «harta» de cuidar a los hijos de las denunciantes, que le debían dinero, y aclaró que la ceremonia vudú la hacen todas

28 abr 2015 . Actualizado a las 12:56 h.

Los tres supuestos miembros de una banda nigeriana de Toledo y Móstoles que traía a inmigrantes ilegales y les obligaba a ejercer la prostitución bajo amenazas de vudú han negado esta mañana los hechos y culparon a un familiar radicado en Marruecos que era el que organizaba los viajes. La vista ha comenzado esta mañana en la Quinta Sección de la Audiencia de Pontevedra, con sede en Vigo, y durará tres días. La principal acusada, Joy I., apodada «Mamanosa», alegó que ella vive en España desde hace 15 años y que vive de su trabajo de peluquera. Negó cualquier relación con los negocios de su medio hermano, un traficante de inmigrantes ilegales. Tras oír las transcripciones de las escuchas telefónicas, Joy I. dijo que alojó tres días en su casa de Móstoles a una denunciante por «hacerle un favor» a una inmigrante de Costa de Marfil que estaba sola en un centro de acogida en España y que le pidió ayuda. Asegura que el novio de la mujer le consiguió un trabajo en un club de Roquetas de Mar, en Almería, y que ella solo la llamó para reclamar 250 euros porque le hizo un trabajo de peluquería y maquillaje. La víctima, que luego se mudó a ejercer la prostitución en O Berbés, en Vigo, ingresó 400 euros al mes en la cuenta de Joy I. durante cuatro años pero la titular asegura que no era para ella sino para su medio hermano que vive en Marruecos, que fue el organizador del viaje desde África y que le reclamaba una deuda. También negó tener conocimiento de si la víctima fue sometida a una ceremonia de vudú porque «llevo 15 años sin volver a África». Añadió que, incluso ella misma y todas las mujeres nigerianas que viajan a Europa hacen en su tierra un juramento delante de su familia pero «eso no justifica nada y que la mayoría escapa de su mami». Respecto a los hijos de las víctimas hallados en su piso de Valmojado en malas condiciones, Joy I. dijo que los cuidó durante un mes a cambio de 250 euros por pañales y comidas. Se queja de que una de las denunciantes miente porque estuvo un año sin pagarle por los cuidados al menor y «llamé a su familiar porque yo estaba harta de cuidar a su hijo. Ella me engañaba y me decía que iba a enviar a alguien a recoger al menor y nunca venía nadie». La fiscalía vio delitos de banda criminal, tres delitos de prostitución con intimidación y engaño, tres delitos contra la integridad moral, tres delitos de inmigración ilegal, delitos de trata de seres humanos y delitos continuados de falsedad documental. A lo largo de la vista, también está previsto que declaren su hermano y su marido. Los tres miembros de la banda se enfrentaban a 65 años de cárcel por coaccionar a las víctimas para prostituirse, traer inmigrantes ilegales en patera desde Marruecos y amenazar por teléfono a las mujeres subsaharianas con prácticas mágicas de vudú si no pagaban sus elevadas deudas de 35.000 euros por el viaje. También las presionaban con sus bebés, a los que la banda cuidaba mientras las madres trabajaban y se aseguraban de que pagasen 250 euros por los cuidados a los niños y les amenazaban con hacer mal a los menores. Los tres implicados son un matrimonio, Osaretin U. y su esposa Joy I. y el hermano de la mujer, Frank O.I., todos ciudadanos de Nigeria. Operaban desde Madrid y Toledo desde el 2008. Tenían un contacto en Marruecos, un estudiante que era medio hermano de Joy y Frank, que no ha sido procesado y que era el que organizaba el viaje en patera hasta España. Luego, las mujeres eran obligadas a trabajar en clubes de Levante. Una de las testigos protegidas fue enviada a ejercer la prostitución en el Berbés, en Vigo, quien denunció los hechos tras cuatro años de esclavitud. Estaba amenazada por el ritual del vudú. Otra testigo protegida tuvo un hijo en el viaje y, al llegar clandestinamente a España, ingresó un centro de la Cruz Roja pero tuvo que reunirse en Valmojado, en Toledo, con la banda, que le dio instrucciones para viajar a Poitiers, en Francia, a ponerse a las órdenes de una «mami».

Su bebé quedó en manos de la banda y le cobraban 250 euros por los cuidados, y la amenazaban con tirar al niño por el balcón si no pagaba. Lo ataban en la cama, lo sedaban, lo dejan solo, en pésimas condiciones higiénicas y lo tenían malnutrido. Otra nigeriana fue captada en Marruecos y enviada en cayuco a España de forma ilegal. Su bebé también fue enviado a la casa de Valmojado mientras ella ejercía la prostitución en Murcia y luego a Poitiers. Los niños fueron rescatados en julio del 2013 en la vivienda y la banda quedó desmantelada. Uno de los miembros, que se libró de la redada, exigió silencio a las víctimas prostituidas y quisieron tomar represalias contra la familia de Nigeria. Además, intentaron traer a dos nuevos ilegales en cayuco y luego una tercera inmigrante.

Situación de los menores

La situación infrahumana en la que vivían los niños de las mujeres prostituidas, a los que ataban con cuerdas a la cama y sedaban, también fue objeto del interrogatorio de la Fiscalía.

En una conversación grabada, el marido de la jefa de la banda le dice sobre Kevin, uno de los hijos de 3 años de una mujer prostituida, al que cuidan en su casa: «¿Donde has dejado la cuerda para atar a Kevin a la cama?» y ella contestó: «Mejor, usa ropa». En otra conversación dicen: «¿Kevin sangra por la boca todavía? Busca una cuerda para atarlo y que no se mueva, y le das un paquete de galletas». La mujer alegó que la conversación grabada no fue bien transcrita. 

Su esposo, vendedor de teléfonos de segunda mano, también negó que atasen al niño Kevin y explicó que «una vez se asomó a la ventana y se hizo daño, por lo que pusimos una segunda cama de parapeto». Añadió que las pastillas que daban al menor eran por prescripción médica por sangrados en la boca y que el pediatra no vio nada raro en Kevin que no controlaba los esfínteres pese a su edad cuando lo llevó a una revisión médica. El tercer acusado, el hermano de Joy I., solo declaró ante su abogado.