Caballero fagocita a todos los partidos

Ángel Paniagua Pérez
Ángel Paniagua VIGO / LA VOZ

VIGO

La capacidad para atraer a votantes de otras formaciones y el descalabro sin contemplaciones del PP explican la histórica mayoría absoluta del socialista

26 abr 2015 . Actualizado a las 14:20 h.

Se avecina en Vigo un cambio político de calado. Un tiempo en el que nada va a ser como era. La situación no tiene precedentes. Nuevos partidos accederán a la corporación y una nueva correlación de fuerzas marcará la política de la mayor ciudad de Galicia. El panorama que dibuja la encuesta de Sondaxe para La Voz de Galicia sitúa a Abel Caballero en la cúspide, con una cómoda y novedosa mayoría absoluta, un fenómeno que solo se vivió en Vigo en los tiempos en que Manuel Pérez era alcalde.

Dos fenómenos explican los catorce ediles que, según el trabajo demoscópico, logrará Caballero: el hundimiento sin contemplaciones del PP y su capacidad para atraer a votantes de todos los demás partidos.

Los populares dan un gran salto hacia la irrelevancia. Pasan del 42 % de los votos al 26 % y de los 13 ediles actuales a solo 8. Los conservadores se quedan muy lejos del objetivo marcado por la dirección gallega del partido, que es ganar las elecciones, como han hecho desde 1991, gobiernen o no. A cambio, el PP obtiene su peor resultado en la historia de las elecciones municipales de Vigo.

El alcalde fagocita a todos los partidos. Siendo el PSOE un partido tradicional, en Vigo logra un efecto similar al de Podemos y Ciudadanos en toda España: pesca en todos los caladeros. El más significativo es el del PP. Uno de cada diez votantes de la formación conservadora está dispuesto a entregar su confianza al alcalde. Caballero lleva meses rondando a ese electorado: el pacto con el PP, los guiños constantes al empresariado, la moderación de los suyos con la cruz de O Castro desde sus posiciones iniciales, el distanciamiento abismal de la marca PSOE... Ocurre también con un 5 % de los votantes del BNG, con un 8 % de los que se decantaron por Esquerda Unida hace cuatro años, con un 9 % de quienes optaron por votar en blanco y con hasta un 25 % de quienes se abstuvieron en el 2011.

La corporación la completarán, según Sondaxe, tres ediles de Ciudadanos, uno de la Marea y uno del BNG. El Bloque queda relegado a la líquida condición de minoritario. Los nacionalistas vienen perdiendo votos desde que Lois Pérez Castrillo ostentó la alcaldía y se lanzaron a una desigual política de pactos. La renovación de Serafín Otero y su tirón en el ámbito sindical no parecen suficientes.

La Marea hereda los votos que dejaron a Esquerda Unida a las puertas del Concello hace cuatro años. Pero, huérfana del apoyo de Podemos, que no concurre, la Marea tampoco logra convencer a muchos más votantes.

En cuanto a Ciudadanos, la formación combate el desconocimiento de su lista y su falta de estructura con el tirón popular que su propuesta tiene en toda España. Esta es su ola. En Vigo capta pequeños puñados de votos en todos los partidos pero, sobre todo, en los minoritarios, en el voto en blanco y en la abstención. Ciudadanos se convierte en el partido de los descontentos.

Pero todavía queda una campaña electoral y el 25 % se confiesan indecisos o no dicen qué harán.

Duro castigo a los vaivenes de la oposición

El alcalde de Vigo ha tenido la habilidad de gobernar cuatro años en minoría como si gozase de la misma estabilidad que cuando el Bloque integraba el gobierno local. La oposición lo ha metido en pequeños aprietos, pero Abel Caballero y los suyos han sacado adelante sus propuestas principales. Al electorado vigués no le gusta la labor que ha hecho la oposición en los últimos cuatro años. Así lo refleja la encuesta de Sondaxe. El tándem BNG-PP obtiene una nota de 3,69 sobre diez.

El mandato comenzó con un aviso del BNG: los nacionalistas hacían alcalde a Caballero pero, desoyendo todos sus cortejos, se quedaban fuera del gobierno local avisando de que sus tres votos no eran «un cheque en branco». La advertencia de Santiago Domínguez quedó superada por los hechos cuando, en el primer pleno, pactaron sueldos, asesores y puestos remunerados en la Zona Franca y el Puerto. Caballero se apoyó en el Bloque en los dos primeros años del mandato que ahora concluye para sacar adelante sus presupuestos. Gobernó cómodo, aguantó los amagos del BNG y apenas se notó la diferencia entre esta etapa y la anterior, en que los nacionalistas sí formaban parte del gobierno.

En el 2014, cuando los nacionalistas relevaron su cúpula y endurecieron su política, el alcalde caminó como un funambulista por la que había sido su propia política hasta llegar al PP. Caballero logró convencer al PP de un pacto que parecía imposible y se constituyó en Vigo una especie de gran coalición. El PP silenció sus críticas y votó los presupuestos del alcalde. Pocos meses después, los populares se esforzaban por gritar a los cuatro vientos que el pacto se estaba cumpliendo, mientras Caballero lo daba por muerto y renunciaba a presentar un nuevo presupuesto para el 2015 y arriesgarse a una negociación sin garantías en época preelectoral.

La habilidad del gobierno local para gobernar cómodo ante los vaivenes de la oposición le merece un 5,66, una nota muy similar a la que ya le daban los ciudadanos en la encuesta que Sondaxe hizo en noviembre.

Los ciudadanos solo suspenden al gobierno local: la gestión del tráfico, la falta de aparcamientos (el electorado le pone un 3,51, la nota más baja) y los impuestos municipales. En los otros siete aspectos por los que Sondaxe preguntó a los 400 entrevistados, la nota supera el 5. Destaca la limpieza de las calles, que logra un 6,35.

Valoración de candidatos

Abel Caballero es, además, el candidato mejor valorado de cuantos aspiran a gobernar Vigo. El regidor obtiene un 5,81 y es el único que aprueba, aunque Rubén Pérez (Marea), con un 4,98, y el histórico exsocialista Miguel Barros (Compromiso por Galicia), con un 4,87, se quedan muy cerca. El líder del PSOE es también el político más conocido de Vigo, un concepto en el que, con la baza de la alcaldía, Caballero arrasa. Elena Muñoz recibe un 4,31 y tiene un hándicap: dos de cada tres no la conocen.