Las miguelianas se disuelven por consejo de los abogados tras ser encarcelado el líder

M. Torres / C. Punzón / M. Signo VIGO, ROMA / LA VOZ

VIGO

De las 20 mujeres que había en una vivienda del Escorial, ya solo quedan tres

17 dic 2014 . Actualizado a las 02:27 h.

El encarcelamiento de Feliciano Miguel Rosendo ha hecho posible lo que no lograron ocho años de denuncias contra la Orden y Mandato de San Miguel Arcángel. Integrantes del grupo implantado primero en Oia y después en El Escorial daban ayer por «diluida» lo que familiares de captados fundamentalmente en Galicia no dudan en calificar de «secta destructiva» bajo la apariencia de un grupo cristiano dedicado a la oración y la ayuda a necesitados.

«Pensamos que en este momento, y por consejo de nuestros abogados, lo mejor es diluir la comunidad», anunciaba al mediodía de ayer a las puertas del chalé madrileño una de las portavoces del grupo antes de cerrar la casa de la que ya había partido una veintena de mujeres jóvenes de su interior.

El encuentro inicial ante las cámaras fue afrontado por padres y adeptas con sonrisas en sus caras para aparentar la mayor naturalidad y tranquilidad posible mientras portaban sus maletas, cajas y fiambreras. Solo al ser preguntadas por sus experiencias mostraban sus lágrimas como señal de contrariedad, al verse abocadas a abandonar la vivienda donde, según su testimonio, eran felices. El lugar donde los miguelianos se instalaron después de que su líder, Miguel Rosendo, fuera apartado por el obispo de Tui-Vigo en marzo de todas sus funciones, al advertir la diócesis en sus investigaciones conductas morales reprochables y no acordes con una organización religiosa.

«Destrozan nuestras vidas»

«Ellas están muy bien aquí, están muy contentas y muy felices», comentaba una madre mientras ayudaba a su hija a colocar sus pertenencias en el coche familiar. «Es un amigo, un padre de familia y no se merece esto», indicaba otra progenitora desplazada desde Galicia para recoger a su hija Patricia, una joven de 19 años que ayer fue la primera en abandonar la casa del grupo al que pertenece desde hace dos años. «Están destrozando nuestras vidas. No me voy porque quiera, ni porque aquí me estén abduciendo ni nada por el estilo, me voy porque sé que es lo mejor», decía la joven con lágrimas en los ojos y defendiendo el estilo de vida y las motivaciones de los miguelianos. «Yo tengo mi vocación y eso no me lo va a arrancar nadie», añadía la chica para reiterar su identificación con la orden cuestionada definitivamente por la archidiócesis de Madrid y judicialmente en la causa que dirige desde Tui el magistrado Marcos Amboage.

Actriz en defensa de la orden

A la estrategia de defensa cerrada del grupo nacido en Vigo y de su líder se sumaron también las jóvenes pertenecientes a la orden que trabajan en un centro de ancianos de la localidad madrileña de Bustarviejo. En declaraciones a la Sexta, la que fuera modelo y actriz Olalla Oliveros afirmaba: «A mi no me comieron la cabeza, no puede comerme nadie la cabeza porque yo hago y deshago, y si viviera todas esas paranoias que me cuentan estaría muertecita de miedo». «A mi nunca me ha tocado un pelo, ni nunca he visto a nadie que se le tocara nunca. No hay más», señalaba otra joven tras abandonar el chalé para incidir en la falsedad de lo que entienden es una campaña contra su referente, encarcelado en el penal de A Lama desde el sábado.

«He sido aquí más feliz que en toda mi vida. Aquí no ha pasado nunca nada ni vi nunca nada de nada y doy prueba de ello», apuntó otra de la adeptas de la orden antes de meterse en el coche rumbo a su casa. Todas ellas mostraron similar insistencia tras ser autorizadas para hablar y rebatir con sus palabras la carga judicial, eclesiástica y social que se ha cernido sobre Miguel Rosendo, el creador de un conglomerado nacido en una pequeña cadena de herboristerías de Vigo.

Mientras las jóvenes clamaban por la normalidad de la vida en el seno de la orden, los padres presentes en el abandono del chalé trataron de contrarrestar las motivaciones económicas en la gestión del grupo por parte de Miguel Rosendo. «Les hemos hecho ingresos pero han vivido de la providencia», trataba de explicar con convencimiento la madre de la gallega Patricia. «Vivimos de la pensión de las hermanas mayores», apostillaba una de las integrantes del colectivo ahora disuelto.

Réplica de los afectados

Frente a la versión normalizadora de las chicas que accedieron a hablar y sus padres, el colectivo de familiares denominado como Afectados por la Orden de San Miguel ha venido contando como muchos de ellos perdieron su patrimonio al ser convencidos por Miguel Rosendo para vender sus propiedades y entregar sus ahorros a la orden para instalarse en dependencias «de las murallas de Jerusalén», como el líder del grupo denominaba al complejo levantado en el municipio pontevedrés de Oia, pero en las cercanías de Baiona.

El colectivo dará hoy a conocer su punto de vista ante la situación de la causa que se sigue los juzgados de Tui, el encarcelamiento del líder de lo que consideran una secta, y la imputación de otros tres de sus integrantes. También está por dilucidar el paradero de los varones jóvenes que aún integran en Madrid el grupo de Rosendo.