La huella franquista persiste en Vigo

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO

Todas las Administraciones mantienen elementos con simbología preconstitucional

15 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Esta semana, el alcalde de Vigo, Abel Caballero, afirmaba en la cadena de televisión La Sexta que en Vigo no había simbología franquista en sus calles. Siete años después de la aprobación de la Ley de Memoria Histórica, diversos edificios públicos siguen exhibiendo elementos derivados de la sublevación militar de 1936, y contradicen las manifestaciones del regidor vigués.

La famosa ley, impulsada por el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, indicaba que debería ser retirados de edificios y espacios públicos los «escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación personal o colectiva del levantamiento militar, de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura».

Atendiendo al texto, todas las Administraciones están incumpliendo la ley actualmente en la ciudad de Vigo, aunque es bien cierto que ninguna de ellas, salvo el Concello de Vigo, trata de defender su inacción ante la ley, y menos recurre una sentencia judicial para continuar sin cumplir la reparación.

Al incumplimiento del Concello de Vigo materializado en la negativa a derribar la cruz de O Castro hay que añadir la extraña dualidad del Gobierno del Estado. Mientras el Ministerio de Defensa sí modificó los escudos preconstitucionales existentes en las dos fachadas de la Comandancia de Marina, el Ministerio de Hacienda no hizo lo mismo en el vecino edificio de Aduanas. Su fachada principal sigue presidida por el escudo que contiene el águila de San Juan y el yugo y las flechas. Las dimensiones del elemento decorativo provocan que no pase desapercibido, aunque en el Ministerio de Hacienda parecen haberse olvidado de la supresión de este vestigio del pasado dictatorial.

Al otro lado de la sede de la Comandancia de Marina existe otro edificio con dos escudos franquistas. Es la actual sede del sindicato de estibadores de UGT y el local adyacente, donde se abre un restaurante. En el primer espacio se puede ver un pequeño escudo preconstitucional, mientas que en el otro espacio se sitúa un escudo relacionado con el sindicato vertical falangista.

Instituto Santa Irene

La responsabilidad de la Xunta de Galicia está patente en la fachada del Instituto de Ensino Secundario Santa Irene. El edificio, que fue concluido por el arquitecto Antonio Cominges Tapias en 1946, ofrece un escudo franquista de grandes dimensiones en su fachada principal.

Si es cierto que la Iglesia ha retirado las listas de caídos de sus templos parroquias en el término municipal vigués, también lo es que no ha podido tocar las inscripciones realizadas por incisión. Son varios los templos de la ciudad que siguen acogiendo el nombre de José Antonio Primo de Rivera en sus muros. Y la cuestión no deja de ser curiosa porque muchos de los nombres que engrosaban la lista de caídos, es decir los soldados franquistas fallecidos en combate, eran jóvenes que fueron llamados a filas y no todos, aún también los hubo, fueron voluntarios a defender sus idea políticas al frente de guerra.

Pero el elemento franquista más extendido por toda la ciudad son las placas del antiguo Instituto Nacional de la Vivienda. Son las placas que anuncian que las viviendas que las portan están «acogidas a los beneficios de las leyes de 15 de julio de 1954 y de 13 de noviembre de 1957. Estas placas son muy habituales en las calles nacidas a finales de la década de los años cincuenta.

Pero, sin lugar a dudas, el elemento más destacado de esta estela de símbolos franquistas en la ciudad de Vigo es el Monumento a los Caídos, también conocido por la Cruz de O Castro. Este conjunto fue inaugurado por Francisco Franco el 14 de septiembre de 1961, es decir, hoy se cumplen 53 años de ello.

El monumento fue construido por el Concello, atendiendo la petición de la jefatura local de la Falange. El motivo del elemento era recordar a los soldados del bando franquista fallecidos en la Guerra Civil. Concretamente, a los 330 vigueses del bando vencedor fallecidos en la guerra. El Concello se gastó entonces más de un millón de pesetas en la construcción de este elemento, que sirvió para acoger las concentraciones falangistas durante años.