Los frailes de la Reconquista de Vigo

VIGO

M. Moralejo

Un puñado de religiosos, la mayoría franciscanos del convento de O Berbés, empuñaron las armas para liberar la ciudad. Levantaron al pueblo contra el ocupante sin demasiada dificultad

17 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

A lgunos se limitaron a levantar al pueblo desde el púlpito, pero otros empuñaron las armas. Y combatieron en la Reconquista de Vigo al lado de los paisanos. Curas y frailes, de manera especial los del convento de San Francisco, fueron protagonistas de la liberación de las tropas napoleónicas en el año 1809.

Tal vez el religioso más notable en la batalla por Vigo fue Juan Rosendo Arias Enríquez, nacido en Bande en 1757, y abad de Valladares durante más de treinta años. Convertido en guerrillero, organizó la revuelta viguesa junto al alcalde del Fragoso, Cayetano Parada y Pérez de Limia.

En su cuartel general, que luego sería trasladado a Lavadores, se preparó el sitio y posterior asalto a la plaza, mandada por el comandante Chalot. Tras el éxito de Vigo, Arias recibiría la Cruz de Carlos III y el escudo de honor que se dio a los más importantes protagonistas de la Reconquista de Vigo.

Un poco más al sur, en la frontera del Miño, el protagonismo fue de Mauricio Troncoso, abad de Couto. En febrero de 1809 se erigió en el principal caudillo de la sublevación contra los franceses enfrentándose al mismísimo mariscal Soult en el puente de Mourentán.

Fue sumando apoyos entre los paisanos y montó un pequeño ejército con el que organizó el cerco de Tui. Llegaría a reunir más de 8.000 hombres en torno a la ciudad episcopal, aunque finalmente el cerco no tendría éxito. Sus tropas participaron posteriormente en la batalla de Ponte Sampaio, que se saldó con una gran victoria gallega. La Junta Suprema le concedió la Cruz de Carlos III y una canonjía en Santiago. Murió el 31 de mayo de 1817.

Comarca en armas

La nómina de franciscanos en lucha fue enorme. Es el caso de Ambrosio Domínguez, que abandonó el convento de Santa Marta para sumarse a la Reconquista, organizando las alarmas del Fragoso.

Otro tanto sucedió con Francisco Giráldez, que abandonó el convento de San Francisco con la llegada de los franceses, uniéndose a la guerrilla y levantando al pueblo en toda la comarca de Vigo. Este fraile franciscano llegaría a ser Comandante General de A Louriña y fue uno de los héroes del sitio de Tui. De hecho, fue el único caudillo que se negó a levantarlo cuando el general francés Lamartinière recibió refuerzos desde Valença. Tras la batalla de Ponte Sampaio, alcanzó el rango de Capitán del Regimiento de la Unión, con el que participó luego en acciones en Asturias y Tordesillas. Tras esta etapa como militar, regresó al convento de Santa Marta donde se le dio el cargo de Lector de Casos a partir de 1819.

La artillería fue la especialidad de Tomás Martínez, natural de Matamá. Tenía 51 años cuando se produce la Reconquista. Era el guardián del convento de Santa Marta durante la ocupación y sus crónicas de los abusos de los franceses son una fuente documental de primera magnitud. Su gran aportación fue la fabricación de cartuchos para los combatientes. Además, organizó la salida de víveres y dinero para los guerrilleros de O Fragoso.

Un auténtico héroe fue Andrés Villageliú, también franciscano. En 1809, era Predicador Primero del convento de San Francisco. Huye del cenobio días antes de la toma de Vigo y contacta con el abad de Valladares, que le nombra su ayudante. Durante la ocupación, protagoniza numerosas acciones, entrando y saliendo de la villa, a menudo disfrazado, para llevar pólvora y municiones a los sublevados.

Participó en el sitio de la plaza y en su toma, los días 27 y 28 de marzo de 1809. La buena estima que despertó en Morillo y en el Marqués de Valladares llevaron a estos a elegirlo como el emisario que habría de llevar el parte de la Reconquista de Vigo hasta Sevilla, en el buque Fernando VII, fletado al efecto por un comerciante local.

En agosto de 1810 fue nombrado teniente coronel y se incorpora a las Cortes del Supremo Gobierno de Cádiz como uno de los 25 comisionados de Galicia. En diciembre de 1811 decide abandonar la carrera política y regresa al convento. De 1821 a 1823, Villageliú abrazaría la causa liberal y solicita su secularización, al tiempo que publica diversos escritos en los que censura a los partidarios de Fernando VII.

Sin embargo, el mazazo que el rey Borbón da a los principios liberales, con el regreso al absolutismo en la Ominosa Década, le colocan en una situación límite. Villageliú escribe una retractación de todos sus escritos y anula su decisión de colgar los hábitos. Sin embargo queda marcado, y de su formidable protagonismo en los últimos años pasa a la marginación más absoluta para terminar sus días ejerciendo como párroco en una pequeña aldea orensana.

Mayoría absolutista

Todos estos nombres son frailes o guerrilleros que participaron en la Reconquista de Vigo. Y que empuñaron las armas en aquellos días de 1809. En su mayoría, defendían los privilegios del Antiguo Régimen aunque los había liberales, como Villageliú. Y partidarios del proceso constituyente en Cádiz, porque la visión de que el bonapartismo traía algo similar a la democracia no deja de ser sesgada. Admite matices capitales.

Todos levantaron al pueblo desde el altar contra el ocupante, sin poca dificultad, dados los muchos atropellos de los ejércitos de Soult y Ney sobre el terreno. Y otros no dudaron en hacer personalmente la guerra.

la guerrilla