Hosteleros y agencias de viajes urgen un cambio de imagen para O Berbés

brais cedeira VIGO / LA VOZ

VIGO

Los autobuses de excursionistas paran en O Berbés y los turistas transitan cada día por delante de la fachada en ruinas.
Los autobuses de excursionistas paran en O Berbés y los turistas transitan cada día por delante de la fachada en ruinas. m. moralejo< / span>

Colectivos del sector turístico denuncian la «horrible» estampa del barrio

01 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

O Berbés, que antaño se erigía como estandarte histórico de la ciudad, muestra ahora los notables y enfermizos síntomas de un barrio que languidece. Diversos colectivos salen al paso de la penosa situación de la fachada del Casco Vello. Especialmente los que trabajan en el sector turístico, que reclaman a las administraciones un cambio de imagen.

César Ballesteros, presidente de la Federación Provincial de Hotelería, expresaba ayer su descontento con la estampa que ofrece O Berbés: «Es una zona que ha envejecido mucho. Hay muchos edificios que necesitan una urgente rehabilitación». Ballesteros se muestra conforme con el estado que presenta la parte alta del barrio histórico, donde se han concentrado las inversiones del Consorcio del Casco Vello. Sin embargo, no ve con los mismos ojos la fachada histórica derruida, por cuanto es la primera impresión que se llevan los turistas que arriban a la ciudad en autobús.

«La zona del Berbés no es la indicada para que lleguen los autobuses de turistas. El entorno no es nada maravilloso, que digamos. Llevo alrededor de veinte años quejándome del aparcamiento de los autobuses, que no es la zona más adecuada para hacer llegar a los turistas», denuncia Ballesteros.

José Luis López, director de viajes Luamar habla de que lo más significativo para los turistas es el estado nocturno del barrio: «Aquello es un páramo. Lo ve cualquiera que vaya caminando por allí, sobre todo de noche. Turistas que salen a cenar por esta zona se encuentran con una imagen como esa, es lo que más denuncian». En muchas ocasiones es inevitable tanto para el visitante como para el oriundo alejarse de esas calles. «La gente pasa por allí para ir al Auditorio y la imagen no es ni mucho menos agradable», se lamenta López.

El turista llega con la imagen en la cartera del Vigo tradicional, con sus comercios. Esa estampa romántica se desdibuja nada más bajar del autobús cuando se encuentra con una maraña de calles decrépitas, cuando se encara con la fachada marinera. Itos Domínguez, presidenta de la Asociación de Comerciantes del Casco Vello, concuerda en que realmente la plaza «no está muy bonita, precisamente». «Ahí hay que meter dinero, pero ya», señala. Coincide en señalar que el resto del barrio ha experimentado una mejoría y que, en este caso, la cosa ha ido a peor.

El éxodo de negocios es un goteo constante. ¿Cuántos comercios más hace falta que echen el cierre? El tiempo pasa y el barrio que vio nacer a esta ciudad prosigue inmerso en una eterna e inexorable agonía a la espera de una rehabilitación que no llega.