Entidades benéficas y oenegés prefieren las donaciones en vida para evitar problemas

María Jesús Fuente Decimavilla
María Jesús Fuente VIGO / LA VOZ

VIGO

<span lang= es-es >Castillo de Pambre</span>. Fue dejado en herencia por su propietario Manuel Taboada a los Hermanos Misioneros de los Enfermos Pobres, de Teis, quienes posteriormente lo vendieron a la Xunta.
Castillo de Pambre. Fue dejado en herencia por su propietario Manuel Taboada a los Hermanos Misioneros de los Enfermos Pobres, de Teis, quienes posteriormente lo vendieron a la Xunta. óscar Cela< / span>

El castillo de Pambre, recibido por los Hermanos Misioneros de los Enfermos Pobres, es la herencia más importante

22 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La mayoría de las entidades benéficas y oenegés prefieren las donaciones en vida a las herencias para evitar problemas. Los más frecuentes son los que derivan del reparto. En muchas ocasiones la herencia es una propiedad y se destina a varias organizaciones. «Hay que ponerse de acuerdo y es un jaleo», comenta el hermano Donaire, responsable de los Hermanos Misioneros de los Enfermos Pobres, en Teis. La mayor herencia recaída en una entidad benéfica de Vigo en los últimos años ha sido precisamente en esta entidad. Se trata del castillo de Pambre, situado en Palas de Rei (Lugo). En el 2009 pasó a ser propiedad de los Hermanos Misioneros por disposición testamentaria de Manuel Taboada. Además del castillo, la herencia incluía una parcela rústica de 40 hectáreas y una minicentral eléctrica en el río Pambre. En el 2012 la Xunta de Galicia adquirió el castillo por algo más de tres millones de euros. «Nos lo van pagando poco a poco durante quince años; fue una providencia porque no pensaba dárnoslo a nosotros. Un señor conocía la obra nuestra, se lo comentó al propietario y cambió el testamento, aunque iba a ser para una asociación benéfica», comenta el hermano Donaire, responsable de la comunidad de Vigo. Apenas han recibido algo en metálico y a veces las cantidades son tan pequeñas, que si, por ejemplo, hay que ir a recogerla a Chapela, no compensa, porque se gasta en el autobús.

El legado más importante entregado a Cáritas Diocesana de Tui-Vigo tuvo lugar hace una década. Consistía en un millón de euros y procedía de un hombre soltero, que lo dejó en herencia para la acción caritativa.

El perfil más habitual de los que dejan su patrimonio a una organización benéfica es el de una persona de cierta edad y soltera.

Según la ley, el 70 % de lo legado debe destinarse a obras sociales y concede un plazo de cinco años para gastarlo. El resto puede quedar en manos de la organización, aunque en el caso de Cáritas Diocesana se ha utilizado en su totalidad.

Desde que recibió esa suculenta donación, las cuantías donadas han sido pequeñas. «Las más elevadas pueden haber sido de 8.000, 10.000 o 15.000 euros, algunas incluso son negativas por las deudas; otras veces, si se trata de propiedades, se puede dar el caso de que no estén registradas», explica el director de Cáritas Diocesana de Tui-Vigo, Ángel Dorrego. En su opinión, es preferible la donación en vida, porque evita problemas. Es el caso de algunas herencias que se dejan a Cáritas, sin especificar si es diocesana o parroquial, ni si es en general o para la diócesis en particular. Reconoce que en la actualidad reciben menos herencias en Vigo.

La organización Vida Digna, que tiene a su cargo un comedor social durante los fines de semana, nunca ha recibido herencias ni grandes cantidades de donativos. «Contamos con algún donativo esporádico, pero nada más», asegura el responsable, Ricardo Misa. Le gustaría recibir herencias o donaciones en vida para contribuir al sostenimiento del comedor que atiende a más de 400 personas cada fin de semana. De hecho, es el único que da servicio a las personas sin recursos sábados y domingos.

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