El Guggenheim vigués

Carlos Punzón
Carlos Punzón PUNZADAS

VIGO

11 sep 2013 . Actualizado a las 14:01 h.

Me pregunto cuántos miles de vigueses no habrán entrado nunca en el Auditorio Mar de Vigo, cuántos no habrán sentido la atracción de verlo por dentro o asistir a alguno de sus actos. El contenedor cultural llamado a tomar el relevo del García Barbón y del Fraga, a dar a la ciudad el acceso a la modernidad cultural y equipararse, aunque fuera con retraso, al circuito de las infraestructuras de ocio de masas del resto de España, es un fracaso.

Y lo es porque se parió como otro engendro del neorriquismo con fondos públicos, del tira de apellido de arquitecto prestigiado y del acabado platinum antihuellas, pensando que esa era la combinación segura del éxito. «Este será el Guggenheim vigués», clamaba en la inauguración de la lata de Beiramar Julio Fernández Gayoso.

Pero, ¿realmente se pensó qué se quería hacer dentro? Si se tiraría de ópera, de zarzuela, de congresos, de teatro o de circo para hacerlo significativo en algo. No, créanme que solo se pensó en inaugurarlo. En acabar la obra cuanto antes, recortando lo que hiciese falta, para rentabilizarlo en las urnas. Pero las elecciones pasaron y ahí se quedó, sin vida muchos días del año, sin capacidad de atracción y sin entrar en la programación de nada.

La concesión hace aguas. El hotel se asemeja por su entorno nocturno a los de los polígonos industriales. Y la alcaldía se escapa de la sombra del auditorio, negando de nuevo la transparencia que nunca ha estado presente en el proyecto desde que se demolió la primera piedra del esqueleto de Casa Mar. El auditorio es ya otro peso muerto, como el Fraga, el García Barbón y los apellidos que últimamente van cayendo, carentes del poder por el que siempre hicieron lo que quisieron y sin dar explicaciones, como con el Guggenheim vigués.

@carlospunzon

Se parió como un engendro del neorriquismo, tirando de arquitecto y remate platinum