Cada mes se recogen y reparten 800 jeringuillas entre toxicómanos

María Jesús Fuente Decimavilla
María Jesús Fuente VIGO / LA VOZ

VIGO

La Fundación Érguete intenta evitar la transmisión de enfermedades

31 jul 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Cada mes la Fundación Érguete recoge una media de 800 jeringuillas entre personas con problemas de drogadicción. Para incentivar la entrega y evitar que se dispersen por la calle, la entidad reparte una jeringuilla nueva por cada una de las usadas. El programa Sísifo tiene como objetivo evitar la propagación de enfermedades transmitidas por vía intravenosa promoviendo la reutilización del material. Enero batió el récord de lo que va de este año, con un millar de jeringuillas recogidas y entregadas.

La transacción tiene lugar en el local de Sereos, situado a pocos metros de la Porta do Sol y abierto hace más de quince años de la mano del grupo Imán con el objetivo de reducir los daños entre personas con patologías adictivas, sobre todo, con problemas de drogas y empobrecidas. El trabajo en el interior del local se complementa con el de calle, del que desde finales del 2012 se encargan los cuidadores de barrio de la misma Fundación Érguete. En total son seis los cuidadores que durante la semana atienden el Casco Vello y la zona de O Calvario, excepto el fin de semana, que desempeñan el trabajo dos personas en cada uno de los barrios.

La atención se centra, sobre todo, en las personas mayores y en aquellas con mayor grado de dependencia. También velan por el mobiliario urbano para que se conserve en perfecto estado. Para ello, cualquier incidencia es comunicada al Concello. Los cuidadores proceden de una empresa de inserción sociocultural de la propia fundación, lo que ha permitido obtener trabajo a una persona con síndrome de Down y a otras dos que carecían de techo.

Sobre el problema existente en la plaza de la Princesa, en la que residentes y responsables de negocios se quejan del creciente deterioro social, el director de la Fundación Érguete, Juan Antonio González, cree que es un asunto complicado porque no se trata solo de un problema de drogadicción, sino que convergen otros factores y otras dolencias.

Reconoce que puede tener relación con la proximidad de Sereos, pero advierte que si se elimina el servicio de café calor, esas personas seguirían en la plaza y además, con hambre.

De momento se intenta romper la dinámica con reinserciones, derivando a servicios sociales y centros de referencia. «Se están consiguiendo resultados, pero es lento y complicado; si logramos que una persona dé un paso y se vaya a un centro de reinserción, es un gran paso, pero en las estadísticas apenas cuenta», explica el director, quien recuerda que la gente no quiere estar en la calle.