200 años como olívicos

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

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Una investigación de La Voz descubre el origen del apodo vigués: el 25 de mayo de 1813 se incorporó el olivo al escudo de la ciudad

26 may 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Desde hace dos siglos, los vigueses son oficialmente olívicos. Una investigación realizada por La Voz sitúa en el 25 de mayo de 1813 la fecha exacta en la que las Cortes españolas, reunidas entonces en Cádiz debido a la invasión francesa, autorizaron al Ayuntamiento de Vigo a sustituir en su escudo la concha, que anteriormente acompañaba a un castillo, por un ramo de olivo, símbolo de la paz y de los nuevos tiempos que vivía España tras la aprobación de la Constitución de 1812. De ahí viene el apelativo de olívicos. Hasta ahora no se conocía esa fecha.

Los aires de libertad agitaron de tal modo la sociedad española que los símbolos del pasado no resistieron el meneo. El escudo de Vigo estaba compuesto por una venera y una torre. La concha representaba el pasado, la jurisdicción del arzobispado de Santiago de Compostela, desde donde se nombraban alcaldes, regidores y otros funcionarios públicos.

Las Cortes de Cádiz, el 6 de agosto de 1811, aprobaron un decreto por el que serían «incorporados a la Nación todos los señoríos jurisdiccionales de cualquiera clase y condición». El nuevo escenario político, aunque inmerso en una situación bélica, llevaba implícito cambios formales.

La corporación viguesa firmaba un documento el 19 de enero de 1813 a través del que solicitaba al rey, a través de las Cortes de Cádiz, «que en lugar de la concha con que de algún modo se miran eclipsados sus firmas por ser signo de vasallage, o reconocimiento servil, la sustituia un magnífico olivo con que de tiempo inmemorial se hallan enriquecidos sus naturales, conocidos mas bien en el nuebo mundo por este frondoso arbusto, cuia distinguida gracia servirá de eterno monumento a la posteridad y a sus conciudadanos de la más completa satisfacción» (sic). Este documento fue firmado por Cristobal María Falcón, como presidente de la corporación, el secretario José Antonio Martínez y los corporativos Domingo Antonio de Avendaño, Joaquín Rodríguez de Soto, Nicolás Santt Caneda, Francisco Fernández, Juan Antonio Martínez, Francisco Pequeño, Mateo Rendo, Francisco de Francisco López, José Antonio Rúa y José Beito Piñeiro.

Apoyo de diputados

El escrito fue leído en las Cortes en la sesión celebrada en Cádiz el 13 de febrero de 1813. Leído el escrito tomó la palabra Agustín Rodríguez Baamonde. El diputado por la provincia de Tui solicitó al rey que «se digne admitir la felicitación que le hace [el Ayuntamiento de Vigo] por haber sancionado la Constitución política de la monarquía española» y, en segundo lugar, que acceda al cambio en el escudo, «solicitud muy fundamentada a mi parecer». Rodríguez Baamonde -en otras ocasiones aparece escrito como Bahamonde- incide en la simbología de la concha y del olivo. Los diputados aprueban que la solicitud pase a la comisión de Señoríos para que realice un informe.

Seis días después, el diputado Antonio Joseph Ruiz de Padrón remitía una carta al Ayuntamiento Constitucional de Vigo, explicando que la solicitud había sido acogida con «general aplauso» por las Cortes. «Pondré todos mis esfuerzos para que ustedes queden bien servidos pues lo deseo mucho; aunque no puedo ser responsable de nada porque estas pretensiones dependen de la general aprobación del soberano Congreso Nacional», decía el diputado y religioso canario, principal responsable de la abolición de la Inquisición, y que en el trienio liberal sería diputado por Galicia en las Cortes.

Entremedias, el 27 de abril de 1813, las Cortes gaditanas escucharon «con especial agrado» una misiva viguesa en la que se dejaba meridianamente claro la adhesión del gobierno municipal vigués al orden constitucional. El alcalde Cristobal María Falcón relataba los actos desarrollados en Vigo con motivo del primer aniversario de la aprobación de la carta magna, el pasado 19 de marzo. El escrito habla del barrio y de la plaza de la Constitución, en donde el día 21 juró cumplir este conjunto de leyes el octavo regimiento de dragones Lusitania, entonces encargado de guarnecer la ciudad, ante el comandante general de la provincia, Alejandro de Ogea. Aquellos festejos duraron cuatro días.

El informe elaborado por la comisión de Señoríos, cargado de gran ironía, señalaba que sus miembros ignoraban que la concha fuera un símbolo de vasallaje, «pero que si lo fuese, debía quitarse, como pedía el Ayuntamiento de Vigo sin que hubiese inconveniente en la sustitución del olivo, a no ser que en la heráldica fuese este asunto de gran consideración».

Así, en la sesión de la Cortes del 25 de mayo del año 1813 se aprueba el siguiente dictamen: «Y con motivo de haberse pasado a la comisión de instancias de algunos pueblos para que se quitasen de sus entradas, casas de ayuntamientos o de cualesquiera sitios en que se hubiesen colocado todo signo que indicase haber pertenecido a señorío particular por serles bochornoso e insufrible que se transmitiese a la posteridad señal alguna de su esclavitud, proponía que las Cortes se sirviesen acordarlo así por punto general y que por la Regencia se circulase orden a todos los pueblos para que los ayuntamiento, por sí, y sin causar perjuicio alguno, procediesen a quitar o demoler dichas señales, puesto que los pueblos de la nación española no reconocían ni reconocerían otro señorío que el de la Nación misma, y que su noble orgullo no sufriría tener a la vista un recuerdo continuo de su humillación».

Sirvió para varias localidades

Este dictamen, una vez aprobado por las Cortes, sirvió para satisfacer las aspiraciones liberales de la ciudad de Vigo pero también para otras localidades españolas que se sentían maltratadas por un pasado de vasallaje a, aunque es complicado cuantificar cuántos municipios se acogieron a esta misma solución.

Una vez recibida la buena nueva en la ciudad de Vigo, la corporación municipal redactó, con fecha del día 30 de junio, dos cartas de agradecimiento a personas implicadas en los trámites que desembocaron en el cambio. Una de estas misivas estaba dirigida a Manuel Pascual Cora y la otra a Agustín Rodríguez Baamonde. Estos dos documentos se pueden encontrar, al igual que la solicitud del cambio, en el Archivo Municipal de Vigo, en el tomo correspondiente a las actas municipales del año 1813.