«Nuestras puertas siempre están abiertas para ayudar a mujeres y jóvenes»

Begoña Rodríguez Sotelino
B. R. Sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

M. MORALEJO

La congregación, volcada en su labor social, cumple cien años en Vigo

18 may 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Las Hermanas Trinitarias se asentaron en la ciudad hace cien años, pero la misión que hace un siglo las trajo hasta aquí continúa. La hermana Toñy Blázquez se ocupa desde hace cinco años de dirigir las instalaciones de Vigo. La religiosa de origen abulense estuvo antes destinada en Andalucía.

-Con los tiempos, ¿ha cambiado mucho su cometido?

-Sí. pero hay problemas que siguen siendo los mismos. Desde el principio, la comunidad se ha ocupado de acoger a mujeres y menores víctimas de explotación sexual así como a mujeres inmigrantes en situación de exclusión social. A lo largo de los años el servicio se mantenido adaptándolo y ampliándolo con nuevos programas. Nuestro lema y nuestro es espíritu de ser una puerta siempre abierta a mujeres y jóvenes adolescentes no ha cambiado. También rezamos, pero la nuestra es, sobre todo, una labor social. Nuestra función es dar cobijo a todo aquel que lo necesite.

-¿Por ejemplo?

-Tenemos un centro de menores que ocupa dos plantas, concertado con la Xunta, donde atendemos a chicos y chicas que vienen de familias desestructuradas, tutelados o en guarda. Disponemos de 19 plazas, 13 para internos y seis en atención de día. También hay otro inmueble en el que acogemos a mujeres inmigrantes en dos programas distintos, con 19 plazas, para los cuales ya no contamos con apoyo institucional como antes. Nos autofinanciamos y vamos tirando. Uno es de primera acogida, para casos de testigos protegidos, redes de prostitución, mafias, etcétera. Están un tiempo mientras se les soluciona el papeleo y luego pueden irse o quedarse. El otro es para apoyar a chicas emigrantes más autónomas, que tienen su trabajo y gestionan su vida diaria.

-También tienen una residencia universitaria, ¿no?

-Sí, es una residencia pequeña, separada de las otras dependencias, con veintidós plazas y precios módicos, porque el fin no es el lucro, sino dar oportunidades a quien quiere estudiar.

-¿Cuánta gente trabaja con ustedes?

-Religiosas, con formación como maestras y psicopedagogas, somos solo cinco. El número ha ido mermando. En Vigo hubo comunidades de hasta veinte hermanas, pero también porque cambió el estilo de vida. Antes llevábamos los talleres y las clases y ahora los chicos salen fuera a estudiar. Con nosotras trabajan educadores sociales y profesores de apoyo. Entre contratados y voluntarios son más de diez personas que también se ocupan de la cocina, limpieza y otras labores.

-¿Por qué eligió dedicarse a los adolescentes?

-He hecho muchas cosas, he dado clases, he trabajado en la cárcel, pero trabajar con jóvenes es lo que más me gusta desde siempre. Esto también ha cambiado mucho. Ahora te puedes encontrar a chavales de 12 años con mucha problemática encima, pero no son malos, se ponen capas para enmascarar la realidad y lo que necesitan es una ayuda. Cuando les quieres y vives para ellos no es tan difícil el trato. La sociedad ha cambiado mucho y nos ha cambiado la vida a todos. Lo que no ha cambiado es que siempre las Trinitarias tenemos las puertas de esperanza abiertas a la juventud. Y también a los vigueses que quieran colaborar de alguna manera con nosotras.