Los furanchos clandestinos siguen abiertos fuera de temporada

María Jesús Fuente Decimavilla
MARÍA JESÚS FUENTE VIGO / LA VOZ

VIGO

Su proliferación es denunciada por la hostelería y los furancheiros legales

24 jul 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

La proliferación de furanchos clandestinos en Vigo y municipios del entorno trae de cabeza al sector de la hostelería, incluidos a los propios furancheiros legales, al seguir abiertos fuera de temporada.

Este fenómeno, casi exclusivo de la provincia de Pontevedra y en especial de las Rías Baixas, castiga de forma contundente al ámbito vigués. Pese a ello, la ciudad solo tiene registradas 72,5 hectáreas de viñedo. Una cifra muy inferior a la de Pontevedra y Ourense, donde este cultivo ocupa 374 y 216 hectáreas.

Si bien, en Vigo se calcula que existen en torno a cuarenta furanchos, la cifra se aproxima a los trescientos teniendo en cuenta municipios del entorno como Mos, O Porriño, Redondela, Cangas y Moaña. Dada su proximidad, los hosteleros vigueses se sienten igualmente afectados, según destaca el presidente de la Federación de Hostelería, José Magaz. Explica que, además, en la ciudad se registra un fenómeno puntual como es la apertura de furanchos con motivo de la celebración de fiestas. Es el caso de San Blas.

Si bien los datos oficiales cifran en unos trescientos los existentes en la provincia, Magaz calcula que sumando los clandestinos pueden rondar el millar. Denuncia que la administración deja de cobrar 1,2 millones al año por esta circunstancia, al margen del daño que ocasiona al sector de la hostelería. «Se han hecho inspecciones de Turismo que detectaron todo tipo de alimentos a la venta, como bacalao y marisco; en la actualidad hay una treintena de expedientes abiertos», explica.

Uno de los aspectos que más irritan al representante de la hostelería de la provincia es el hecho de que los furanchos no pasen inspecciones de Sanidad ni de Trabajo. De esta forma, dice, pueden contar con empleados ilegales y no cumplir normas tan elementales como tener unos aseos en condiciones. Ello les permite reducir los precios con relación a los locales legales. «Algunos no tienen viñas, ni siquiera propiedades privadas», insiste José Magaz. Pretende que la nueva legislación que prepara la Xunta mida a todos por igual, tanto en lo que se refiere a requisitos como en inspecciones e impuestos. De lo contrario, entiende que se trataría de una nueva discriminación hacia un sector que tanto está acusando la crisis.

Curiosamente los hosteleros no son los únicos que despotrican contra los populares locales. La Federación de Furancheiros de la Provincia, que agrupa a 250 locales y está presidida por José Luis Videira, se siente igualmente perjudicada. En su opinión, es necesario distinguir entre los 300 furanchos legales y el resto que subsisten al margen de la ley. No cree que sea una cifra tan elevada como la sospechada por José Magaz, aunque la considera suficientemente importante como para hacer daño al resto. «El que tiene vino propio no tiene inconveniente en darse de alta; otros, sin embargo, se creen que con poner el laurel en la puerta ya está y nos hacen daño a todos», explica.

Pretensión

La pretensión de la Federación de Furancheiros es vender el vino excedente y cuatro o cinco tapas, que bien podrían ser de chorizo, empanada, oreja y tablas de embutido.

Advierte José Luis Videira que pese a finalizar el plazo de apertura de los furanchos el pasado 30 de junio, algunos siguen abiertos. Por tanto, dice, o bien la administración los controla uno a uno para comprobar este aspecto y conocer los motivos por los que no han echado el cerrojo, o bien se cambia el plazo de apertura si se considera oportuno.