«Llegó usted un minuto tarde, su juicio terminó»

e.v.pita VIGO / LA VOZ

VIGO

Los jueces aceleran su ritmo con sentencias en 5 días y otros son tan puntuales que los testigos se despistan

19 feb 2012 . Actualizado a las 07:04 h.

La Justicia es lenta pero tampoco espera por nadie. Los juzgados de Instrucción y Penal aceleran sus gestiones para «sacar papel», celebrar vistas y dictar sentencias. La rapidez es tal que algunos magistrados firman sus resoluciones en cinco o menos días. Sin embargo, la velocidad también ha generado quejas de los ciudadanos porque se han llevado la sorpresa de que los juicios empiezan tan puntuales que no se enteran y no pueden declarar.

La semana pasada, un africano perdió un juicio en Instrucción número 4 porque él y su principal testigo tardaron en aparcar el coche y llegaron un minuto tarde. Ese día, los juicios de faltas iban «en hora» y el suyo empezó con puntualidad británica a las 11.45 horas del pasado día 9. Es inusual ya que muchos testigos se quejan de que esperan dos o tres horas para declarar.

A primera hora, ya hubo un incidente con un testigo que estaba enfadado porque no había oído vocear su nombre y le había pasado su turno para declarar en un juicio al que estaba también citada su esposa. Este insistió vehemente en hablar con la jueza para que oyese su testimonio pero el auxiliar que le franqueaba la puerta le replicó: «Vamos en hora y hay que sacar papel. El juicio terminó. Le mandaremos la sentencia a casa».

Minutos después, empezó otro juicio, también a su hora. Un viandante estaba acusado de empujar y pegar con una lata de Coca-Cola a un africano en la calle Rosalía de Castro. Además, un agente de la Policía Nacional, que llegó puntual, lo acusó de desnudarse en la calle, insultarlo y abofetarlo.

Llegó por los pelos

El acusado, J.M.L., acompañado de un amigo, llegó por los pelos, ya que apareció por los pasillos cuando el auxiliar judicial voceaba su nombre para entrar. Del denunciante y de la testigo que vio todo, nadie sabía nada.

En la sala, el denunciado dio su versión. Admitió que se cruzó con un africano, al que no conocía, en la acera y que los policías que le arrestaron le dijeron que «eu peguei ao negro».

Añadió indignado que ni la supuesta víctima ni la testigo de cargo habían dado la cara y el forense ni había ido al juicio. «Os golpes leveinos eu e durmín no calabozo», se quejó. Fue tan convincente que el fiscal retiró todos los cargos salvo la multa por faltar al respeto al policía.

El implicado y su amigo salieron llenos de razón de la sala, casi con la absolución en la mano. En los pasillos se cruzaron con su denunciante, Modou N., y la testigo. Estos últimos se quedaron atónitos cuando el auxiliar les impidió entrar porque su juicio había terminado. Se demoraron en aparcar en la zona de los juzgados y llegaron a las 11.46 horas, un minuto después de la hora fijada. Vieron cerrada la puerta y creyeron que la vista aún no había empezado. «No se preocupen, le mandaremos la sentencia a casa», les consoló el auxiliar.