De las lluvias torrenciales a la sequía

antón lois amigos da terra

VIGO

La ciudad sigue registrando las mismas precipitaciones que hace una década, pero se concentran en menos días debido al cambio climático y los embalses no las aprovechan

05 feb 2012 . Actualizado a las 07:05 h.

Un milagro deja de serlo cuando se convierte en cotidiano. El milagro de tener acceso permanente al agua abriendo un grifo hace que no valoremos el agua como lo que realmente es, un tesoro, pero igualmente nada se considera un tesoro hasta que se pierde. Somos muy desconsiderados con el ahorro.

Las previsiones del cambio climático para Galicia hablan de una progresiva «mediterranización» de nuestro clima. Sol y playa, pero el Mediterráneo es también el lugar donde se producen las tristemente famosas «gotas frías» en las que millones de litros de agua caen en unas horas y arrasan lo que encuentran a su paso (concretamente lo que se construyó en su zona natural de paso). ¿No suena esto conocido ? Quizás el lector ha tenido la ocasión de disfrutar del pintoresco espectáculo de las cataratas del cruce de Colón, o esperaba encontrarse góndolas aparcadas al bajar del tren en la laguna del Arenal, o al río Lagares desbordado imitando a su hermano mayor del Amazonas.

El clima mediterráneo es perfecto allí, pero supone un desastre ecológico si lo trasladamos aquí. Por ejemplo, los suelos de Galicia no retienen bien el agua y su ecología, adaptada a lluvias finas pero casi permanentes, no tolera el exceso y todo el caudal se va rápidamente al mar. Eso explica la paradoja de pasar de la lluvia torrencial a la sequía en apenas unas semanas.

Suministro

Las cifras de precipitaciones de la última década indican que la sequía no es tan pertinaz, sino que una cantidad de lluvia similar se concentra en menos días. Según los datos del 2011, llovió más o menos lo mismo pero el paraguas desaparece poco a poco de la cultura de Vigo. Pasamos del uso casi permanente de las gafas de Sol a, cuando llueve, necesitar una lancha para atravesar la ciudad.

Con dos embalses (Eiras y Zamáns) para el suministro de agua, ¿cómo se explica lo que sucedió el pasado verano? Para empezar, la capacidad de las presas, y por lo tanto la cantidad de agua embalsada es ficticia, pues nunca se llenan al 100% y porque años de sedimentación y lodos acumulados reducen la capacidad real de los embalses. Por otra parte, la industria y los servicios municipales consumen una buena parte del agua.

Los trasvases no son una solución. Son la última medida desesperada a la que recurrir después (esa es la palabra clave, después) de haber agotado todas las medidas razonables previas de ahorro y eficiencia y olvidar algo tan elemental como que cuando no hay agua en Vigo no la hay tampoco en nuestro entorno. Dicho popularmente: trasvasar es desvestir un santo para vestir otro.

El caudal ecológico es la cantidad mínima de agua necesaria que tiene que fluir para garantizar la supervivencia del ecosistema fluvial. En los períodos prolongados sin lluvias representa prácticamente el caudal total que queda en el río. Pretendemos destruir un río antes que desconectar chorritos de fuentes o cerrar grifos. ¿No parece poco sensato? Pues ya lo hemos hecho. Por ejemplo, ni Eiras ni Zamáns disponen de escalas de remonte para las especies acuáticas ni de descenso para los sedimentos. ¿No es más razonable que nuestro comportamiento responsable con el ahorro del agua sea el mismo, estén llenos o vacíos los embalses?

chequeo al medio ambiente la falta de agua