Con el viento a favor

firma DATA / AGENCIA

VIGO

El Dépor encontró el premio tras el decimocuarto saque de esquina; un planteamiento rácano castigó al Almería

26 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Jugó con fuego el Almería y se quemó cuando ya se relamía por llegar al descanso con lo único que buscó en Riazor: el empate. El Dépor monopolizó el balón, cierto que con más control que remate y chispa. Solo los saques de esquina anunciaban peligro. Y fue, como no, en uno de ellos, en el último del primer tiempo cuando Colotto sacó petróleo de un forcejeo con Carlos García. Abrió el partido el Dépor y lo cerró 12 minutos después, ya en la reanudación, gracias a una gran maniobra de Juan Domínguez y a la habilidad de Guardado para encontrar la mano del ingenuo Dani Bautista. Por insistencia lo mereció el Dépor, por remate menos. Un castigo, quizá excesivo, para el rácano planteamiento inicial de Lucas Alcaraz, que solo reaccionó tras el 2-0.

Premio para la insistencia

Frente a la voluntad de pasar el tiempo del Almería, empujó el Dépor, quizá de forma excesivamente parsimoniosa. Encontró el premio más por insistencia que por remate. Los visitantes, un equipo trabajado e incluso con apariencia armónica (habitual de Lucas Alcaraz) se diluyó sin balón y regaló el espacio. Concedió una ventaja que el Dépor aprovechó.

Mejor a la contra

Con el marcador a favor, el Dépor muestra su mejor cara. A campo abierto, a la contra, se maneja con más criterio que cuando está obligado a llevar el peso. Así le hizo el segundo tanto al Almería y así resolvió definitivamente un encuentro en el que Riazor descubrió que Juan Domínguez emite buenas señales. Coronó su actuación con un gol excelente.

Incendio innecesario

La ley de Murphy ajustó cuentas con Oltra cuando menos se esperaba. Zé Castro acabó siendo sustituido -no había central en el banquillo- y el único error grueso de un Ayoce, al que el técnico señaló durante la semana, fue el hacer méritos para ver una innecesaria segunda amarilla. Pero donde no había un problema, el entrenador valenciano alimentó el debate al olvidarse de Rochela. El portugués no reaccionó bien.

análisis