El rey del órgano catedralicio

Jorge Lamas Dono
JOrGE LAmaS VIGO / LA VOZ

VIGO

El vigués Pedro Martínez construyó numerosos instrumentos durante el siglo XVI para los cabildos de Santiago, Lugo y Ourense

12 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

La villa vive un período de expansión. La población supera los ochocientos hogares y la pesca de la sardina y el congrio, junto al comercio exterior con Inglaterra y Francia, dejan importantes beneficios en el Vigo de mediados del siglo XVI. Aún faltan años para que la peste diezme la población y el ataque de Drake provoque una grave crisis económica.

Es 9 de noviembre de 1558. Representantes del cabildo de la catedral de Santiago de Compostela firman un contrato con el maestro vigués Pedro Martínez de Montenegro para construir un órgano de dieciocho registros. Las características del instrumento fueron previamente estipuladas por los organistas de la catedral Pedro Ortiz y Gaspar de Villada. «Un flautado de catorce palmos de largo que venga afinado con las chirimias, un churumbelado de quincenas muy claro y gracioso, dos pares de dulzainas unísonas del flautado principal con los cuales se harán diferencias nunca vistas, muy sonoras y extrañas de todas las diferencias», establece el contrato, rescatado por J. Figueira Valverde, en el prólogo del Cancionero musical de Galicia, de Casto Sampedro. Martínez de Montenegro se compromete a realizar el encargo en un año. El pago se haría por tasación de peritos al concluir, aunque el organero vigués recibe como adelanto cien ducados, la principal moneda de oro de la época.

Aun siendo importante el encargo no fue el único que acometió el taller del organero vigués. Mes y medio antes, había firmado Pedro Martínez un contrato con la cofradía del Sacramento de la iglesia de la Corticela, en Santiago de Compostela. En este caso, era un órgano menor, de cinco registros. El artesano vigués cobró por este encargo 45 ducados y un quintal de estaño.

Xosé María Álvarez Blázquez le siguió la pista histórica al organero en años posteriores y lo reflejó en su libro A cidade e os días. En 1563, el cabildo compostelano, satisfecho con los trabajos anteriores, vuelve a encargarle un nuevo órgano, esta vez, para la capilla de Alba. Es el año 1575 y el constructor vigués está en Lugo, donde el cabildo le encarga un órgano de dieciocho registros por un precio de 180 ducados. En su estancia en la ciudad de las murallas, Pedro Martínez ofrece un nuevo servicio: el mantenimiento. Por veinte ducados anuales, el industrial vigués se compromete con el cabildo lucense a reparar y afinar todos los órganos de la catedral.

También Ourense

En aquel momento, Martínez de Montenegro y Pedro de Vélez eran los artesanos más cotizado de toda Galicia. Así, no es de extrañar que en 1580, Pedro Martínez también fuese llamado por el cabildo de la catedral de Ourense para realizar un gran encargo por el que cobraría 800 ducados, una cifra muy importante. Y volvió al cabo de dos años con Francisco Montenegro, probablemente un familiar también vigués, para realizar órganos menores para la catedral, trabajo por el que cobró 250 ducados. Y aún un año después, se compromete a acudir a aquella sede episcopal todos los años por Semana Santa para afinar los órganos. A cambio recibirá 6.000 maravedíes.

Ya en 1592, el artesano acude a la parroquia de Santiago de Betanzos para construir un órgano que, entre otros registros originales, poseía el del ruiseñor. Pedro Martínez de Montenegro falleció en 1594.

eran otros tiempos noviembre 1558