Vigo desaprovecha su potencial en turismo funerario

Soledad Antón García
Soledad Antón VIGO / LA VOZ

VIGO

El Concello programó hace un año una ruta por Pereiró que luego canceló

23 oct 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Mientras son cada vez más las ciudades que apuestan por el turismo funerario, Vigo opta por dar la espalda a un sector cuya demanda no para de crecer. Lo saben bien en Cataluña y Valencia, comunidades que tomaron la delantera hace años. Y lo saben bien en urbes de medio mundo, algunos de cuyos camposantos se han convertido en referentes artístico-culturales. Más de medio centenar de dichos recintos son promocionados como parte de la nueva ruta turística en Europa.

Lo curioso es que en Vigo se realizó un tímido intento de puesta en valor de su rico patrimonio funerario al que terminó por darse carpetazo en pocos meses. Y eso que la experiencia, lejos de no cuajar, no pudo ser más exitosa. «Teníamos gente todos los días, y eso que prácticamente no se publicitó la oferta», asegura Pedro Cordón, responsable de aquel programa, que se ha prestado a realizar aquella ruta con La Voz.

Tantos posibles lugares de interés tiene Pereiró, bien por cuestiones arquitectónicas, históricas o culturales, que ha de invertirse al menos una hora y media en el recorrido.

Lo primero que explica Cordón antes de dar el primer paso, justo ante la tumba que ocupa el lugar más privilegiado de Pereiro, la de Concepción Arenal, es cómo y cuándo nace el que hoy es el principal cementerio de la ciudad. Curiosamente, sería el ingeniero Fernando García Arenal, hijo de la escritora, el encargado de trazar la memoria definitiva del proyecto. El coste total ascendía a 100.000 pesetas. El presupuesto municipal no alcanzaba para construir la capilla. José Elduayen puso de su bolsillo el dinero por eso sus restos están enterrados en ella.

Arquitectura

En aquellas contadas y exitosas visitas luego suprimidas, los guías llamaban la atención sobre las obras firmadas por grandes arquitectos y escultores, que convierten al cementerio en un verdadero museo. Es el caso de las de Jenaro de la Fuente, Gómez Román, Castro, Cominges, Julio González, Asorey o Vilar. O de canteros como José Fernández Fainichos.

El apartado histórico no resulta menos atractivo. Así, el paso ante la tumba de Cachamuíña es la disculpa perfecta para explicar cómo Vigo se ganó a pulso el título de fiel, leal y valerosa el desde el 10 de marzo de 1810 tras la Reconquista. O como otra guerra, la de Cuba, haría merecedora a la ciudad de un título más, el de siempre benéfica. El desastre español en la isla caribeña y Filipinas, las últimas colonias, se tradujo en la llegada de miles de heridos al puerto de Vigo. Los vecinos acudían en masa al muelle para transportar a los heridos hasta el pabellón de la Cruz Roja. Un panteón recuerda aquellos hechos.

Los protagonistas del despegue económico de la ciudad eran otro referente de la ya inexistente ruta funeraria. Buena parte de esos protagonistas están vinculados de una u otra forma al mar, igual que la propia ciudad. Entre las paradas obligadas figuran los panteones de Curbera, que montó la primera conservera de Galicia; Barreras, que comenzó en el negocio de la salazón y remató en el de la construcción naval; Alfageme, cuya conservera creció alimentando a los soldados de la I Guerra Mundial...

El cine

También el séptimo arte tiene su espacio en Pereiro con Cesáreo González como principal protagonista. El empresario vigués, que convirtió en figuras a Lola flores, Marisol, Sara Montiel o Carmen Sevilla, eligió una vista de Vigo como imagen de su productora, Suevia Films.

Por su parte, el nevense José Gil hizo posible la llegada del cine a Vigo. En Pereiró están enterradas sus hijas, fallecidas prematuramente, a las que recuerda un monumento obra de Asorey. Isaac Fraga cierra el capítulo cinematográfico. Fue uno de los principales distribuidores de España. Llegó a tener un centenar de salas.

Las tumbas de los impulsores del urbanismo moderno y de los benefactores de la ciudad como Quiñones de León, Velázquez Moreno, Taboada Leal, García Barbón o Policarpo Sanz, son otras paradas obligadas.

La ruta remata (remataba) en el cementerio civil, otrora separado «para no contaminar a los católicos de verdad». Allí están enterrados muchos fusilados en la Guerra Civil, pero también figuras de la política como Ricardo Mella o Heraclio Botana. El primero creó y administró la red de tranvías; el segundo, fusilado en las tapias del lugar, fundó la Agrupación Socialista.

Cordón: «Había gente todos los días y eso que no se publicitó

la oferta»

El coste total del proyecto de Pereiró ascendió a 100.000 pesetas de la época