Pasaron varias horas aislados en el parque nacional de la isla canaria de La Palma antes de ser rescatados
23 oct 2011 . Actualizado a las 06:00 h.Un paseo por la Caldera de Taburiente en el último día de una semana dedicada al senderismo en al isla de La Palma terminó de manera abrupta el viernes debido a un imprevista tormenta que convirtió el barranco en una trampa. Medio centenar de paseantes se vieron atrapados, entre ellos nueve gallegos, en su mayoría de Vigo y comarca. La intervención de un importante despliegue de medios de los servicios de emergencia permitió el rescate de todos justo cuando la noche hacía imposible cualquier movimiento.
Los gallegos llegaron a las 9.30 horas a la zona conocida como Los Brezitos. El parte meteorológico preveía buen tiempo, algo clave en un parque que se cierra cuando se esperan lluvias, medida que se aplica con rigor tras el suceso ocurrido hace una década en el que fallecieron varios excursionistas. Los gallegos paseaban acompañados por dos expertos en la montaña canaria: Mauro Fernández, presidente de la Fundación de la Universidad Ambiental, y Fernando Schaman, médico jubilado que conoce la naturaleza de las islas.
Todo discurrió sin novedad en la primera parte de la jornada. Tras varias horas de marcha iniciaron el descenso a Las Angustias por una pendiente conocida como el Reventón porque por allí se hundió la caldera. Sobre las 13.30 empezó a llover con intensidad, lo que les obligó a detenerse bajo una peña que hacía de paraguas, con la pega de que se encontraba junto al arroyo. Esperaban que dejara de llover, pero ocurrió justo lo contrario: el diluvio aumentó, el arroyo crecía y lo más grave caían piedras de las paredes del barranco arrastradas por el agua. Decidieron que había que salir de allí y prosiguieron el camino. Para entonces el agua bajaba con fuerza, pero lograron ascender a cierta altura y localizar una construcción semirruinosa. La memoria de Mauro y su conocimiento del terreno fue providencial. Estaban empapados, pero dentro del alpendre pudieron respirar.
Fue llegando más gente y la barraca empezó a ser insuficiente. Vigueses dieron el primer aviso al 112 y comenzó una difícil comunicación por la escasa cobertura para móviles. Todo hacía indicar que iban a pasar allí la noche mojados y ateridos de frío. Peor estaban los que llegaban, muchos de ellos jubilados, a los que tuvieron que prestar ayuda. Aún así, entonaron desde La Rianxeira hasta A saia de Carolina y consiguieron reanimar a todo el grupo, entrando al menos en calor.
La cosa empezó a cambiar sobre las 18 horas, cuando un helicóptero de emergencias del Gobierno canario empezó a sobrevolar la zona. A las 18.30 descendió un rescatador y su primer dictamen fue que habría que pasar la noche allí. Había dejado de llover pero el cauce seguía crecido con los aportes de las escorrentías. Al límite del tiempo cambió de opinión: quedaba una hora de luz.
Empezó entonces un difícil paseo: por el barranco discurría un arroyo crecido y violento y lo que antes era un camino estaba destrozado, lleno de rocas, ramas y barro. Al filo de las 20 horas se llegó al final, donde la Consejería de Medio Ambiente había montado un importante dispositivo de emergencia. El grupo de gallegos, antes de subir a su autobús fue atendido por un guardia civil... de Lalín.