Vuelta al mundo en 365 días con salida y meta en Vigo

VIGO

13 oct 2011 . Actualizado a las 12:09 h.

1 El próximo 21 de octubre no es una fecha cualquiera en el calendario particular de Miguel Selas. Será el primer día de los 365 en los que este policía municipal de profesión -«he pedido una excedencia»- se ha propuesto dar la vuelta al mundo. Son prácticamente los mismos que lleva organizando el viaje.

Sin embargo, lejos de tenerlo todo atado y bien atado, -«solo tengo cerrados los tres primeros meses»-, apenas tiene garantizada una mínima parte. Y es que, además de que los visados tienen fecha de caducidad, en algunos países no se pueden sacar con más de tres meses de antelación. Como ha ocurrido en la mayoría de los viajes que ha realizado, casi siempre con la montaña como telón de fondo, la aventura será su fiel compañera.

De hecho, los 50.000 kilómetros a los que está a punto de enfrentarse no son más que su personal forma de unir, en un interminable recorrido, países y montañas ya pateados con anterioridad.

La mayoría del trayecto lo hará en tren aunque, por razones obvias, también viajará en barco (Sri Lanka-Singapur y parte del Amazonas hasta Manaos) y en avión (Australia-América y América-España).

El caballo será otro de sus medios de transporte. Así tiene previsto cruzar el desierto de Gobi tras recorrer Rusia desde Moscú en el Transiberiano hasta las orillas del lago Baikal. «Voy subiendo montañas y volcanes», dice con la misma naturalidad con la que el común de los mortales comenta que va al bar de la esquina a desayunar.

Calcula que subirá entre 30 y 40 picos, sobre todo en las cordilleras del Himalaya y los Andes, escenarios a los que ya se ha enfrentado en otras ocasiones.

Para una aventura de este calibre, al contrario que para una semana de vacaciones convencionales, apenas se necesita equipaje. Entre ocho y diez kilos es todo el peso que portará Miguel, de los que más de tres corresponden a sus inseparables cámaras fotográficas. Otros dos y pico suma el calzado. «Tengo que enfrentarme a todas las estaciones, así es que unas buenas botas de caña alta, además de las de trekking, son imprescindibles», explica.

Casi igual de ligera que su equipaje es su cuenta bancaria. «En Europa será algo más, pero desde la frontera con Asia dispongo de un presupuesto de cuatro euros y medio por día», afirma. Lo que todavía no sabe es si tendrá que hacer frente a más mordidas de las previstas. «En algunos países juegan a las ilegalidades con todo», dice.

Uno de los lugares en los que hará parada más larga será en el norte de la India. Tiene previsto visitar varios hospitales en la región de Calcuta en los que trabaja una de las oenegés con las que colabora, la Fundación Vicente Ferrer. De hecho, pretende que esta vuelta al mundo tenga su capítulo solidario. «Me gustaría editar parte del material gráfico que traiga para recaudar fondos para la oenegé», dice. Y es que la fotografía es su otra afición.

En lo que no ha invertido Miguel ni tiempo ni dinero es en vacunas. «Salvo del tétanos, no me vacuno nunca. Algunas tienen efectos más jorobados que la propia enfermedad y, desde luego, del único mal seguro, las gastroenteritis, no te libran».

Es una filosofía curiosa. Casi tanto como la que lleva practicando desde su segunda expedición al Himalaya, esa que dice que no es en la cumbre donde está el punto más alto de la montaña, sino en el campo base cuando ya estás de vuelta.

Tal vez por eso hace tiempo que no pisa una cima. «Me quedo siempre a unos metros. La cumbre no significa nada, lo único que hace es incrementar tu ego. Yo tuve mucho. Te dejas llevar por influencias, empieza la carrera de los patrocinios..., ahora voy y vengo por el puro placer de hacerlo, sin pedir ni dar cuentas a nadie», explica.

Pues un año se pasará este criminólogo de formación y policía local de profesión en Vigo sin rendir cuentas más que a sí mismo. Un Phileas Fogg que no precisa que un Passepartout le allane el camino.