Manuel Fernández Iglesias: «Con el 'Irene' vi la capacidad de negocio de los americanos»

VIGO

El vicerrector de la Universidade de Vigo se encontraba de vacaciones en EE.UU. cuando los sorprendió el huracán.

31 ago 2011 . Actualizado a las 11:31 h.

El vicerrector de Relaciones Internacionales de la Universidade de Vigo, Manuel Fernández Iglesias, se encontraba de vacaciones en Estados Unidos con su mujer María del Mar cuando los sorprendió el huracán Irene. Tenían previsto regresar el día 27 y, salvo imprevisto, emprenderán hoy el viaje de vuelta a Vigo.

-¿Cuándo supieron que no podían volver?

-Nos enteramos en el mismo aeropuerto. Todavía permitían salir, pero la compañía Air France decidió cancelar el vuelo. En lugar de protestar, la gente se fue tranquilamente para casa, a ver más información en Internet, como nos recomendaron. Son más prácticos. Ya no había transporte público para regresar al hotel y los taxis triplicaron de inmediato las tarifas. Tampoco había plazas de hoteles en las inmediaciones del aeropuerto ni en todo Manhattan, que también duplicaron las tarifas.

-¿Y cómo se las arreglaron?

-Después de mucho buscar conseguimos alquilar un coche por dos días, también carísimo, con el que salimos del aeropuerto y nos dirigimos al oeste, hacia el interior. Nos quedamos en un lugar perdido de Nueva Jersey, en Phillipsburg, cerca de la frontera con Pensilvania y a unos 120 kilómetros de Nueva York. Logramos una habitación en un motel de carretera por cien dólares la noche. Algunos, que habitualmente costaban entre 60 y 90 dólares, habían subido hasta 180. Las áreas de descanso de los camiones estaban repletas de coches con gente durmiendo. En un área de entre 50 y 100 kilómetros de distancia de Nueva York los hoteles estaban llenos de gente de todo tipo: trabajadores de empresas de talas de árboles, equipos de desbrozadores...

-¿Les impresionó el huracán?

-Donde estábamos la tormenta fue como un temporal en Galicia. No fue nada que no hubiéramos vivido. Al volver había zonas inundadas donde sube el mar, sobre todo en Nueva Jersey o en Vermont.

-¿Repetirían el viaje?

-La experiencia no fue tan traumática, pero no la volvería a vivir porque es engorrosa y me ha impedido volver el día que quería para organizar mi trabajo. Es interesante de vivir y una manera especial de aprender de la cultura de ese país, de ver cómo gestionan los negocios. Con el Irene vi la capacidad y visión de negocio que tienen los americanos. Los taxis cobraban 40 euros por persona del aeropuerto a Manhattan, en lugar de hacerlo por trayecto, y había desayunos especiales.

-¿Qué queda del «Irene»?

-Sorprende la rapidez de la recuperación. Volvimos anteayer a Nueva York, lucía el sol y parecía que no había pasado nada. Ya no se nota. Salvo en zonas de inundación, en el resto se hace vida normal. La capacidad de reacción es increíble. Muchos turistas empiezan a regresar.

-¿Reclamarán?

-Sí. La compañía ha dicho que nos reembolsará el viaje de vuelta porque nos ofrecían el día 3 y nosotros logramos por Internet para hoy. Además, el aeropuerto estaba abierto y fue ella la que decidió no salir.