Aunque no estaba previsto, Siniestro Total sonó el sábado en Castrelos

VIGO

09 ago 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

En cierta forma, parecía que el tiempo había retrocedido a una noche de verano de mediados de los años ochenta. Miguel Costas cantaba las canciones del Siniestro Total más gamberro; el de los himnos de masas viguesas. Claro que la banda que lo acompañaba no era el Siniestro Total de entonces. Aquellos postpunkies aborrecerían cualquier solo virtuoso de batería o de guitarra.

La presencia de Costas, con su eterno pitillo en los labios, conectó perfectamente con el público que acudió el pasado sábado al auditorio de Castrelos, dentro del Festival Son de Vigo. Hacía tiempo que el compositor de buena parte de los hits de Siniestro Total y Aerolíneas Federales reclamaba su presencia en el parque que baña el Lagares. Lo llamativo es que las canciones de hace más de veinte años fueran las que enganchasen a una afición no demasiado poblada. Y más viendo que en el programa se encontraban pesos pesados del panorama musical vigués, como Iván Ferreiro o Eladio y los Seres Queridos.

Claro que el orden establecido por la organización tampoco ayudó mucho ya que los artistas más intimistas quedaron para el cierre, cuando más se necesita calor y sangre.

La idea del festival Son de Vigo no es nueva y se viene repitiendo con otros nombres desde hace años en la programación de las fiestas. Sí es más novedosa la idea de llevar a Castrelos a una selección de lo mejor del panorama vigués. Debería quedar fija esta posibilidad en las futuras programaciones de las fiestas. Y no es que ello asegure un lleno «bisbalero», pero tampoco es necesario. Artistas como los seleccionados el pasado sábado tienen entidad suficiente para acudir a Castrelos, y hay un importante número de personas que los reclaman.

Manquiña y Tony Lomba protagonizaron una guerra distinta con el objeto de presentar y, al mismo tiempo, amenizar los cambios de grupo en el escenario. Ambos fueron conquistando paulatinamente al público hasta lograr que la versión realizada de una canción de Nino Bravo fuera la canción más coreada de toda la noche.

A Iván Ferreiro se le vio frío, como ausente. Todo lo contrario de lo mostrado por Ragdog, una banda que ha mejorado notablemente sobre un escenario. Mención aparte merece Eladio y los Seres Queridos. Con un sonido sorprendente, la banda viguesa dio una gran imagen de gran grupo, a pesar de que había algo en el ambiente que no encajaba del todo.

Llámese Son de Vigo o Ritmo del Lagares, que la idea se repita.