Ideas para fiestas

VIGO

31 jul 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

La edila de Cultura, Isaura Abelairas, enloquece intentando sacar adelante la Semana Grande en el último minuto de la prórroga. Chica para todo, hace dos sólo dos meses estaba supervisando todas las humanizaciones de Vigo, que no debió ser poco trabajo. Ahora, y en plena crisis, tiene que ajustar el cartel de Castrelos y del resto de Vigo en apenas un par de semanas. Si lo del Concello fuese un culebrón, no habría duda sobre el título de la película: «Escrava Isaura». Tal y como está la crisis, el dinero es poco y los promotores son muchos. Y la cosa debe de distar bastante de lo que fueron los lejanos buenos tiempos en que todo fasto era poco, porque se disparaba alegremente con la pólvora del rey.

La consigna, ahora, es la austeridad. Valga como ejemplo la eliminación del vino y de los pinchos de todos los actos de la Alcaldía. Lo que, sin duda, supone un ahorro, aunque las empresas de cátering deben de estar preparando un ERE. Así que, puestos a ahorrar, aquí va una idea: ya que no hay cuartos para traer artistas de fuera, lo suyo sería patrocinar a los locales. Al fin y al cabo, a los vigueses siempre nos gustaron los grupos vigueses. Y, además, tenemos bandas de moda, como The Blows o Eladio y los Seres Queridos, junto al admirado Iván Ferreiro, a los que sumar clásicos como Nico Pastoriza o incluso una banda mítica que acaba de reunirse para dar dos únicos conciertos en Lima, contratados por un fan peruano: Aerolíneas Federales. No hay que olvidar, tampoco, que Siniestro Total tienen nuevo disco. Y que están tocando en toda España, menos aquí.

Puede añadirse que Pacífico acaba de estrenar nuevo álbum y que Tony Lomba, sobre las tablas, es garantía de diversión en todos los formatos. Puestos a decir, yo no me perdería un concierto de Jinghan Man, de The Frying Luras, de los Cunhas Brothers, de los Cassanovas, de la Fishboxband o de The Last But One. La cosa, en resumen, daría para un «24 hour party people» en Castrelos, que tal vez se haría largo, pero bien es cierto que tampoco tenemos otra cosa que hacer. La alternativa es volver a lo de antes. En concreto a lo de 1631. Xosé María Álvarez Blázquez recoge en un libro un contrato de fiestas en Vigo de hace casi cuatro siglos: el gaiteiro Juan Rouco, de Matamá, firma con la Cofradía de Santa Cecilia para amenizar durante nueve años seguidos por el Corpus en la Colegiata. «Para tocar su instrumento de gaita y dar tamboril en las fiestas del Corpus», por lo que cobrará 36 reales. Grandes vividores, artistas aclamados, los gaiteiros eran entonces admirados, a escala, como podrían serlo hoy las estrellas del rock. Así que esta podría ser la alternativa, en época de recesión: volver al gaiteiro y al tamboril. Que tampoco es tan mala idea.