La esperanza medioambiental es viguesa

David Suárez Alonso
DAVID SUÁREZ VIGO / LA VOZ

VIGO

Investigadores de la Universidad prueban la eficacia de líquidos iónicos para extraer benceno

05 jun 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Mirando a nuestro alrededor pocas cosas podremos encontrar que no tengan benceno como materia prima. Plásticos, pinturas, lubricantes, pesticidas, gomas, resinas, el nailon o fibras sintéticas necesitan este hidrocarburo, uno de los veinte productos químicos de mayor producción en el mundo. De ahí, que mejorar los procesos para extraer este compuesto sea una materia que preocupa, sobre todo, desde el punto de vista medioambiental.

La clave puede estar en los llamados líquidos iónicos, sales minerales que no llegan a solidificarse y que por su baja volatilidad podrían ayudar a reducir la emisión de gases a la atmósfera.

Muchos ya hablan de los líquidos iónicos como los artífices de la química verde pero lo cierto es que todavía está su investigación poco avanzada. Comenzó a trabajarse con ellos a principios de los noventa, pero su uso como agentes de separación durante el refino del petróleo aún no se ha certificado. Con esta hipótesis trabajan varios grupos gallegos, uno de ellos de la Universidad de Vigo. Los investigadores del grupo de Procesos de Separación Avanzada llevan desde el 2003 tratando de encontrar los que mejor funcionan como disolvente. «Queremos determinar cuál es el líquido iónico que separa mejor y utilizando la menor cantidad», explica Ángeles Domínguez, la coordinadora el grupo.

¿Cómo?

Si se parte de una mezcla de hidrocarburos con compuestos aromáticos, la eficacia de los líquidos iónicos consistiría en conseguir extraer benceno sin que el resto de componentes hayan afectado a sus propiedades. Hasta aquí claro, pero ¿cómo se consigue? Para que las sales líquidas funcionen como disolvente tienen que introducirse en la mezcla. Se somete todo a altas temperaturas y luego se deja reposar. Los líquidos iónicos tienen un punto de ebullición muy alto, de hecho, no hierven sino que directamente se descomponen. De ahí que su uso como disolvente podría ahorrar costes de equipamiento a la industria petroquímica.

La investigación de la Universidad de Vigo quiere cumplir además otro objetivo, determinar las propiedades físicas de todos los materiales que utilizan. Existe una gran variedad de líquidos iónicos pero la información que hay sobre cada uno de ellos y cómo se comportan es muy dispersa.

Por eso, desde Vigo se han propuesto ir estudiando su eficacia como disolventes por familias para así poder profundizar en las más eficaces.

Una vez comprobado que funcionan bien para separar un hidrocarburo y un compuesto aromático, irán complicando las cosas. En las próximas fases tendrán que demostrar si mantienen los resultados en mezclas más complejas. «No podremos convencer a nadie de que use líquidos iónicos si no les garantizamos su capacidad de extracción en mezclas con más componentes», reconoce Ángeles Domínguez, ya que normalmente las mezclas de las que se extrae el benceno están compuestas por muchos componentes.

Inconvenientes

«Los líquidos iónicos tienen sus inconvenientes como todo», explica el equipo vigués, aunque insiste en que pueden reducir los niveles de contaminación atmosférica y que sus procesos de recuperación y los que posibilitan su reutilización suelen ser sencillos. Eso sí, por ahora desde el grupo no quieren hablar de fechas. «Hay sectores en los que ya se están utilizando, pero como disolventes no conozco ningún caso en que se estén empleando ya líquidos iónicos», comenta Ángeles.

Futuro

Por ahora, la mayoría de los líquidos iónicos se producen para la investigación, algunos incluso por encargo. Hay empresas que ya comercializan los más populares, pero para conseguir el resto, los investigadores deben buscar quién se los sintetice.

El grupo vigués cuenta en este ámbito con la colaboración del equipo de Química Orgánica que dirige Emilia Tojo. Les han hecho síntesis sencillas que les han ahorrado tener que encargar los materiales. «Son caros», reconoce la profesora, aunque los precios oscilan mucho. Saben perfectamente cuándo no están a su alcance. «Si vienen en frascos de 100 mililitros, no hay nada que hacer», bromea. Lo lógico es que cuando su uso se extienda, el coste baje.