Bienvenidos, este piso es arte

VIGO

Un colectivo de nueve creadores gallegos convierte un piso del centro de Vigo en una exposición temporal de su obra.

15 nov 2011 . Actualizado a las 20:56 h.

Los azulejos de la cocina, el suelo del pasillo, las paredes del salón e incluso un lateral de la nevera. En un piso intervenido artísticamente, cualquier soporte vale. Aunque en su interior se muestra el trabajo de nueve creadores, el 1ºD del número 18 de la calle Cervantes de Vigo es cualquier cosa menos una «exposición al uso».

La cocina necesitaba una reforma y ahí empezó todo. Federico Fernández y Colomán, dos de los artistas del colectivo, usaban el piso como estudio. En verano empezaron a darle vueltas a que podían aprovechar las obras para montar una exposición. Querían que su trabajo llegase a la gente de la calle, una idea a la que se fueron sumando amigos. Finalmente el piso de Churruca acoge las obras de nueve artistas que tienen en común, entre otras cosas, que ya no entran en la categoría de promesas del arte. Por eso, entre bromas, han bautizado el colectivo como Viejóvenes valores. Es su manera de llamar a esa franja de edad de los treinta y tantos en la que ya no pueden optar a los certámenes de jóvenes valores y les cuesta conseguir que una galería apueste por su obra.

Un mural que recoge los meses de trabajo recibe a los que entran en el piso. Es la contribución de la fotógrafa Sara Priego al proyecto y en la que se ha dejado el lugar central de la pared al comisario de la exposición. Se trata del gato Max, otro inquilino habitual de la vivienda, que ha tenido que tomarse unas vacaciones porque no aguantaba con el estrés de la inauguración.

El suelo del pasillo guía la visita con un palíndromo algo macabro. En sus baldosas se puede leer «Sivivonovivis». Es parte de la obra de Marian Núñez que también hizo una calavera con encaje de bolillos que enmarcó en una pared con la frase «te estoy esperando». Menos el baño y una habitación donde han apilado todos los muebles, el resto de espacios de la casa acogen o se han convertido en obras de arte. La instalación de Germán Pintos es una de las que más llama la atención. Ha pintado sobre la pared una enorme diana en la que ha clavado seis piernas a tamaño real que ha hecho con pasta de papel. En la cocina, donde nació todo, los azulejos de una de sus paredes acogen una gran ilustración de Federico Fernández. Sobre los hornillos se puede leer: «15 euros el plato». Se refiere a una vajilla que también ha ilustrado con sus personajes y su estética de máquinas. «No es serigrafía y el dibujo dura toda la vida», explica. Es una de las pocas piezas que tiene precio en esta peculiar exposición. «No nos lo hemos planteado como una iniciativa para vender pero todo se puede hablar», apunta David Lobato, que ha decorado varios espacios de la casa con sus esculturas de madera.

Los murales y cuadros de Colomán, las ilustraciones de Ana Álvarez, las intervenciones en la pared del pasillo y cuadros de Modesto Fernández y la motocicleta creada artesanalmente por Bruno Míguez con materiales reciclados, son otras de las piezas que se pueden contemplar en esta peculiar vivienda. Además, hay un artista invitado, el padre de Federico, que contribuyó con un reloj tallado que han colocado sobre la nevera.

Hasta abril

La intención del colectivo no es convertir el piso en una galería y ni siquiera está claro que vaya a tener continuidad. «Es una nave pirata en la que estamos todos juntos», dice Colomán, pintor y tatuador que bautizó la vivienda como Halcón Milenario, tomando prestado el nombre de la saga de Star Wars. El piso abrió sus puertas al público por primera vez el pasado fin de semana, con un éxito que sus promotores no esperaban. En la vivienda no cabía el viernes ni un alfiler y hubo momentos en que incluso había gente haciendo cola en las escaleras.

La exposición se podrá visitar los viernes entre las 19.00 y las 23.00 horas. Sus obligaciones laborales no les permiten abrir el resto de días y quieren que los que se acerquen tengan también la oportunidad de conocer a sus autores. «Es algo más personal, como si estuvieras visitando una casa», explican. En principio, el 1 de abril será la última oportunidad para ver esta exposición efímera y después volverá a ser un estudio. «Nos gustaría darle continuidad a esta idea», reconoce Federico. Se plantean hacer otra intervención e invitar a colaborar a otros artistas. «Depende de cómo reaccione la gente», aclara Germán, que ya tiene claro que sus piernas se irán después de la exposición a recorrer mundo. Intervenir directamente en la calle, podría ser el siguiente objetivo de este colectivo.