La presión ejercida ha llevado al Gobierno portugués a buscar una solución urgente que podría cristalizar esta misma semana
07 nov 2010 . Actualizado a las 02:00 h.Portugal está a un pelo de ser intervenido por el Fondo Monetario Internacional. Y lejos de ser una circunstancia ajena a nuestras vidas, el devenir de la economía lusa tiene un reflejo más que intenso en la gallega. El primer comprador de Galicia es Portugal, y el país vecino coloca en España, y en buena medida en la comunidad gallega, más producción de la que el mercado español importa de cualquier país americano. Y como todos los economistas lusos coinciden en que la única posibilidad de salvación para su economía tiene que venir de manos de las exportaciones, el Gobierno de José Sócrates no quiere ningún obstáculo que frene las ventas en el exterior de su menguada industria.
Quizás por ello, el propio primer ministro ha visto con gran preocupación los problemas que el peaje implantado en las autovías del norte del país están causando en las relaciones con Galicia. Y para atajarlos ha dado orden expresa de buscar una solución de inmediato. Por ello se produjo la reunión del ministro de Obras Públicas luso con Alberto Núñez Feijoo la semana pasada, y otros contactos se han ido sucediendo en los últimos días, encontrándose a un lado y al otro de la frontera puntos de acuerdo suficientes como para poder augurar en breve una solución al conflicto que amenazaba seriamente las relaciones en la eurorregión.
Tanto es así, que la velocidad dada a las conversaciones podrían deparar esta misma semana una cumbre definitiva en la que se plasmaría un convenio en el que se garantizaría que los gallegos tengan más fácil acceder a los medios de pago de las autovías portuguesas y no ser perseguidos policialmente mientras no haya garantías de que todo el que quiera pueda comprar los dispositivos de telepeaje en las mismas condiciones que cualquier ciudadano portugués.
Lo que está claro también, tal y como demuestran los hechos, es que nadie ha sido multado todavía, ni portugueses ni gallegos, por no portar los dispositivos de pago en las autovías y que además parece que por el momento los guardinhas de la GNR no tendrán esa tarea entre sus prioridades.
Pero aunque eso es así y se huela un acuerdo en breve, lo cierto es que no han gustado mucho en la Administración portuguesa la publicitada insumisión que el presidente de la Cámara de Comercio viguesa, José García Costas, hizo esta semana al declarar que no paga los peajes en sus viajes por el norte de Portugal, porque si de algo son celosos nuestros vecinos es de su soberanía y de las amenazas del exterior.