Peajes portugueses con jamón

VIGO

La colonia española en Lisboa carece de información e incluso preocupación sobre el cobro en las autovías. El norte no pesa

17 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

La escena podría haber servido para anunciar la nueva campaña navideña de Ferrero Roche. Los jardines de la residencia del embajador español en Lisboa estuvieron el martes repletos de profesionales y responsables empresariales, sociales, de la Administración civil y militar de la colonia española en Portugal, reunidos con buenas galas para festejar fuera de la patria el día de la hispanidad. Eso sí, en lugar de bombones, los jardines del palacete de la plaza de España lisboeta estaban sembrados de expertos cortadores de jamón que sacaban lonchas con precisión suiza para atender a los compatriotas con el producto más representativo de la gastronomía estatal.

Entre degustación de tan intenso manjar y saludos festivos de expatriados en las tertulias improvisadas iban cayendo disquisiciones sobre cual de los jamones era mejor, si el Cinco jotas de Jabugo o su primo hermano portugués que con capital español se produce en la localidad lusa de Barrancos. Se hablaba de la burocracia portuguesa, de las dificultades para cobrar en Angola y sobre todo del temor de muchos empleados españoles a perder a causa de la crisis su plaza lisboeta por culpa de las medidas de recorte de prácticamente todas las empresas.

Pero entre ese ramillete de temas con los que se acompañaba el maratón de jamón del bueno, no hubo espacio para debatir ni sobre los peajes de las autovías portuguesas, que muchos de los invitados tendrán que pagar en sus viajes a España, ni tampoco momentos para hablar del AVE y su nueva paralización en el proyecto de hacer de la Península un territorio ferroviario común.

Solo cuando con interés de periodista se introducían ambos temas para comprobar las posturas al respecto entre la colonia española, se obtenían más preguntas que respuestas, más dudas que certezas.

Los no gallegos reconocían que ya se preocuparán del tema de los peajes y los dispositivos de pago automático cuando les toque en autovías próximas a Lisboa, circunstancia que el Gobierno de José Sócrates no tiene previsto abordar. Es más, había quien lo encontraba justificado, pues allí en la capital ya se paga por cruzar el puente del 25 de Abril o el de Vasco de Gama.

El AVE gallego tampoco corre más suerte en las preocupaciones de los que en su vida diaria y social más cerca están del embajador, de los poderes fácticos portugueses y de los que introducen argumentos que pueden ser colocados en el momento preciso en las inmediaciones de los que toman decisiones. Y es que la verdad, lo gallego, que siempre pesó mucho en Lisboa, empieza a perder sitio, en favor de extremeños, andaluces, castellanos, madrileños y catalanes, que ven a la capital lusa como el puente para grandes mercados como el americano (Brasil), el asiático (Macao y Hong Kong) y el africano (Angola). Casi todas esas comunidades cuentan con delegaciones comerciales, buscadores de oportunidades, mientras la casa de Galicia languidece y dentro se enseña sevillanas para subsistir. Por eso el peaje y el futuro del AVE no pegan con el buen jamón.