«Hay quien sustituye el cocido gallego por un guiso de habas para ahorrar»

Xulio Vázquez VIGO/LA VOZ.

VIGO

09 sep 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Ajena al paso del tiempo, aún sigue registrada como tienda de ultramarinos, aunque ya quedan muy pocas en Vigo, porque a la mayoría se las comieron los supermercados. Pero en la Casa Rosada, en el número 83 de la calle Pizarro, se pueden comprar bombos de sardinas y membrillo del de toda la vida, además de una gran variedad de productos. Más que del otro lado del mar se caracterizan por conservarse fácilmente. De hecho, muchos están enlatados, pero proceden incluso de la Galicia interior. María Salomé Fuentes Tallón (60 años) regenta esta tienda de comestibles que nunca ha perdido cierto aire colonial. -¿Por qué eligieron ese nombre para la tienda? -Fue mi padre, porque había estado treinta años en Buenos Aires y decidió ponerle Casa Rosada, como la sede del Gobierno de Argentina. Lo de registrarla como ultramarinos fue para poder vender también bebidas alcohólicas. Funciona desde el año 1966. Me quedé yo al frente, porque ellos están jubilados. Somos naturales de Puente Ulla (A Coruña). -¿Cuáles son los productos más característicos que ofrecen? -Desde el típico bacalao, pasando por las conservas enlatadas de las mejores marcas gallegas, queso de tetilla de Arzúa, el famoso bombo latón de sardinas pequeñas que pesa un kilo y las agujas, el membrillo de Puente Genil, espárragos, tomates cereza que no necesitan vinagre, chorizos... Y las aguardientes y licores de San Cibrao das Viñas (Ourense) o el vino del país. Apostamos por los mejores productos de cada zona de Galicia. Es la mejor forma de competir con las grandes superficies. -¿Un producto raro? -La androlla gallega, pero está riquísima, porque procede de Viana do Bolo. Es un embutido que lleva morro, costilla y lomo de cerdo. Todo adobado. Se cuece con patatas y verdura. -¿Se nota la crisis? -Hay quien sustituye el cocido gallego por el guiso de habas o de garbanzos para ahorrar. -¿Alguna anécdota? -Tuve que luchar en su día contra la reticencia de mis padres para suprimir las cartillas, cuando pedían fiado y algunos no pagaban. También se sorprendieron los clientes el primer año que cogí un mes de vacaciones.