Dos lagunas defensivas en el primer tiempo le llevan a la derrota ante un filial del Barcelona muy descuidado
29 ago 2010 . Actualizado a las 03:28 h.El Celta encadenó su quinto año consecutivo sin una victoria en la primera jornada de Liga en Balaídos. Otra vez un equipo recién ascendido le endosó una derrota que, a pesar de ser injusta, y ante el filial de uno de los grandes del planeta, resulta igual de frustrante.
Los primeros veinte minutos locales fueron de ensueño. Sirvieron para generar más ilusión que en los tres años anteriores en Segunda. El problema fue el de otrora, que su vendaval de fútbol no lo acompañase con goles. Papadopoulos, David Rodríguez, y De Lucas volvían loca a la defensa blaugrana, con servicios de Álex López y Trashorras que se vistieron de Xavi e Iniesta en un comienzo desatado. Si el ataque vigués hubiese tenido solo un cincuenta por ciento de acierto, el partido ya lo habría dejado resuelto.
Por un lado las buenas actuaciones de Rubén Miño, y por otro un error de Melero López, que obvió un claro penalti del joven Fontás al veterano De Lucas, privaron a los celestes de aprovechar su buena ola.
El Barça pequeño se parece al mayor en casi todo. Los partidos contra este equipo van a ser una rara avis en Segunda, por lo divertidos. Deja jugar, se gusta, y cuando saca su calidad, castiga. Una gran acción de Nolito permitió a Jonathan Soriano hacer el primer tanto. Previamente Benja había avisado de las cualidades de la tripleta de ataque culé.
Antes del descanso De Lucas y Papadopoulos volvieron a levantar a la grada hasta el punto de que aplaudió asombrada ante el coraje y la entrega de su equipo. El marcador era inmerecido y en más abusivo se convirtió cuando Fontás puso el 0-2 en otra relajación defensiva viguesa.
Con este marcador en contra, nada más iniciarse la segunda parte Paco Herrera tomó medidas drásticas. Trashorras y Papadopoulos fueron los sacrificados, y lo que parecía un 4-4-2 con libertad para las bandas se convirtió en un 4-2-3-1 con Abalo y Joan Tomás abriendo el campo y tapando los pasillos.
Derrota inmerecida
Las concesiones de la zaga blaugrana fueron una constante, incluso más que las de la celeste. Un rival con pegada los hubiese sonrojado, pero de Balaídos se fueron con un triunfo más cómodo de lo que hubiesen merecido porque el Celta no fue fuerte ni en su área ni en la del contrario. Con estas debilidades era imposible que ganase.
A veinte minutos del final, el entrenador céltico probó con Michu. El asturiano se había caído de la titularidad por su situación de traspasable. Su presencia coincidió con el gol de David Rodríguez en una excelente dejada de tacón de Joan Tomás. Por un momento, el cuadro vigués creyó en la remontada por la bisoñez de un contrario aturdido.
Las facilidades que encontraron los vigueses no fueron suficientes. El Celta tendrá que volver a remar contracorriente desde el principio para tratar de luchar por su objetivo del ascenso.