Alemania solo está dispuesta a ayudar a Grecia si el FMI colabora en el rescate

Fernando Heller

VIGO

La división en torno a la crisis helena ha tocado incluso al hasta ahora siempre bien engrasado eje París-Berlín

24 mar 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

«No queremos que Alemania sea nuestro deus ex machina». La frase, pronunciada ayer por el ministro griego de Finanzas, Giorgos Papakonstantinu, en referencia a que Atenas no desea que nadie la «salve» de la crisis, ilustra perfectamente la tensión que se palpa en la Unión Europea (UE) ante la cumbre que comienza mañana en Bruselas. Con un 62% de los alemanes en contra de que la locomotora germana ayude a Grecia a controlar su desbocado déficit público, y con un tercio de ellos a favor de expulsar a Atenas de la zona euro, según una encuesta del periódico Financial Times , la división está rompiendo la necesaria cohesión del bloque.

En ese sentido, la expresión deus ex machina (« apó mechanés theós » en griego), que se remonta al teatro de la antigua Grecia, y que ejemplifica la llegada de un personaje externo a la trama para «salvar» determinada situación, se aplica aquí a la perfección. Ahora, apuntan los analistas, ese personaje salvador podría ser Alemania, cuya canciller, Angela Merkel, tiene difícil explicar a sus conciudadanos que ayudar a Grecia supone apuntalar a toda la eurozona. Con unas elecciones regionales cada vez más cerca, la crisis griega podría hipotecar los resultados de la CDU, la formación democristiana de la canciller.

El objetivo de la cumbre europea de esta semana debería ser, de una vez por todas, que los 27 socios comunitarios superen la actual cacofonía de opiniones contrapuestas. Mientras unos apuestan por ayudar en el rescate de las finanzas helenas, otro sector más duro prefiere que sean los griegos quienes salgan de su propio caos.

Así las cosas, y ante la presión de buena parte de sus socios, incluida Francia, Alemania ha puesto sobre la mesa una serie de condiciones para dar su apoyo a un plan de rescate de Grecia. Según fuentes del Ejecutivo de Angela Merkel citadas por Reuters, Berlín aceptará las ayudas siempre y cuando la república helena haya agotado o sea incapaz de acceder a los mercados de crédito para conseguir financiación, y con la exigencia de que el Fondo Monetario Internacional contribuya a la operación, algo a lo que se oponen rotundamente Francia y también el BCE. Además, con vistas al futuro y con el objetivo de evitar que un caso similar al griego se repita, reclama que la UE acuerde «mecanismos adicionales» para reforzar la disciplina fiscal.

Con todo, la fragmentación europea en torno a la crisis de las finanzas helenas ha tocado incluso al hasta ahora siempre bien engrasado eje París-Berlín. Contrariamente a la opinión germana, el ministro galo de Exteriores, Bernard Kouchner, ha asegurado que la UE «debe apoyar a Grecia», al tiempo que ha valorado positivamente el duro plan de ajuste que está aplicando Atenas para reducir su déficit.

Un pesado lastre

Por el momento, Grecia se presenta como un lastre pesado e incómodo para el resto de la Unión Europea. En todo caso, la gran mayoría de los socios europeos -y especialmente Alemania- desearía que las palabras de Papakonstantinu, fuesen ciertas: «Grecia no acude a la cumbre europea a pedir limosna»; «No buscamos ni un milagro ni a nadie que nos salve».