La mayoría está ilegal y trabaja en sus casas para las tiendas de efectos navales
07 feb 2010 . Actualizado a las 02:00 h.Nadie sabe con exactitud el número de rederas que hay en Galicia. En situación legal hay unas 400. Se estima que otras mil no constan en ningún registro ni están dadas de alta en la Seguridad Social. Trabajan en sus casas, mayoritariamente para empresas de efectos navales que les encargan los paños que después venden a los marineros.
Hay dos tipos de rederas: las que hacen los aparejos del cerco y las de artes menores. Es en esta modalidad en la que abundan las ilegales y es también en la que cobran salarios de miseria, entre dos y tres euros la hora. Les pagan 6 euros por un rasgo que les ocupa unas dos horas y media; la misma cantidad por empatar 1.000 anzuelos; a 0,03 euros cada barrilete metido en el aparejo.
A algunas de las que sí están legales, la Seguridad Social les comunicó que deben darse de baja como autónomas, ya que lo que facturan no demuestra que puedan vivir de su trabajo. «Tiveron que quitarse do seguro. Parece que interesa que todas sexamos ilegales», dice la canguesa Geli Martínez, presidenta de la federación gallega de rederas «O peirao».
Las del cerco, privilegiadas
Las del cerco son, comparativamente, unas privilegiadas. Las de Cangas cobran a 5,5 euros la hora. En otros puertos rondan los 5,25 euros. Menos, en todo caso, de una asistenta o un jornalero. Trabajan directamente para los armadores, sin más intermediarios.
En la nave de rederas de Cangas se hace la mayoría de los aparejos de la flota de cerco de la ría de Vigo. En los últimos años hay trabajo suficiente para las cerca de 20 mujeres que se dedican a este oficio, incluso para ir los sábados. Ingresan 44 euros por día trabajado. Pagan algo más de 160 euros al mes de seguro (el resto está subvencionado).
De Santasmarinas a Arlinga
Hasta el 2003, las rederas trabajaban sin seguro ni contrato. El desastre del Prestige llevó a algunas a legalizar su situación a fin de poder reclamar daños. Poco antes, la que era jefa del Servicio de Desenvolvimento Pesqueiro, Penchas Santasmarinas, que había impulsado anteriormente el asociacionismo de las mariscadoras, inició una campaña similar con las rederas. En el año 2003 se fundaron las primeras asociaciones. En la actualidad hay 13, que integran a unas 200 rederas, agrupadas en la federación «O peirao». Un número similar está legal, pero no forma parte del colectivo.
El proceso lo recogió el gobierno bipartito a través de Carme Adán, que impulsó el programa Arlinga. Se centró en potenciar la formación, el asociacionismo y la dignificación del oficio.
Se llegó a crear una cooperativa gallega de rederas, integrada por 33 mujeres de varios puertos (Cangas, A Guarda, Malpica, Burela, Lorbé) que, a manera de prueba, contactó directamente con los armadores de barcos de bajura para ofrecerles los aparejos de artes menores sin intermediarios.
Vendieron al triple, pasando de 6 a 18 euros la pieza. Las tiendas de efectos navales bajaron los precios y dieron al traste con la iniciativa. La cooperativa está parada.