El Octavio acusa ante el San Antonio su falta de profundidad de banquillo

Juan Villar

VIGO

12 nov 2009 . Actualizado a las 11:45 h.

Mucho le queda que sufrir al Octavio mientras siga con las tres importantísimas bajas que está padeciendo en las últimas jornadas y que merman de forman especial su potencial ofensivo. El equipo vigués le aguantó al San Antonio todo el primer tiempo, pero en la segunda parte faltó frescura, los navarros apretaron más, y la falta de profundidad de banquillo académico se notó.

Los de Quique Domínguez empezaron muy bien. Con Lamariano inspirado en la portería, y el portentoso brazo de Rudovic además de las buenas acciones de los laterales, especialmente Masachs, que estaba muy motivado ante el equipo que le ha cedido este verano, el Octavio consiguió abrir brecha en el marcador (6-2 primero y 12-8 ya avanzado el primer tiempo).

Los vigueses le imprimieron durante esa fase mucho ritmo al encuentro, con intensidad defensiva y movilidad en ataques rápidos.

Los problemas comenzaron en una exclusión de Rudovic tras la que Quique Domínguez optó por dar entrada a Pavlovic, que junto a Stefanovic están demostrando que el Pilotes no ha acertado en la contratación de los laterales esta temporada, a excepción de Rudovic. Dos imprecisiones consecutivas de la pareja de serbios invitaron al técnico vigués a solicitar un tiempo muerto y sentarlos en el banquillo. Forzó a Montávez e Infestas a jugar en ataque y defensa, con el consiguiente desgaste físico. Rubén Montávez dio una lección de como se busca el disparo a puerta desde la primera línea a pesar de corta estatura y el equipo local consiguió irse al descanso con ventaja.

En la segunda parte llegó el bajón. El San Antonio podía rotar, tenía frescura para apretar su intensidad defensiva, y el Octavio acabó de atascarse. Los navarros se pusieron por primera vez delante en el marcador (18-19) y a partir de ahí casi todo fueron despropósitos. Ni el buen hacer de Javi Díaz en la portería sirvió para detener el aluvión del San Antonio propiciado más por los errores que por el buen hacer visitante.

Pasivos, pérdidas, malos lanzamientos. Los recursos escasearon en el Octavio. Y encima Jurkiewicz y Ruesga fueron una pesadillas desde nueve metros. El San Antonio llegó a una máxima ventaja de seis goles y al final se maquilló el resultado.