Fue hace algunos años. Pero peligró la vida del artista, hasta tal punto que Wilson Simón podría estar criando malvas, aunque él lo cuenta con la misma tranquilidad que saborea un ron añejo. «En Padrenda me dispararon tres tiros con una escopeta, cuando trabajaba para El torero del moroso», afirma. -¿De cuánto era la deuda? -De 3.000 euros. Fue un tal José Luis Pérez. Hubo juicio y todo. -¿Salió ileso? -Tuve suerte de que no acertase. Yo estaba dentro del coche en un callejón próximo a su casa y él se puso violento, cogió el arma y tiró tres tiros, pero solo impactaron en el vehículo, sobre todo en el radiador y en algunos cristales, pero a mí no me tocó ni un perdigón. Luego vino la policía, lo detuvieron y lo llevaron al calabozo. A mi me dijeron que le echaba un par de huevos a esto y yo les respondí que tranquilidad, son cosas del oficio, no pasa nada. -¿Estarán bien pagados? -A nuestra empresa le dan entre un 10 o un 15% de la deuda, pero solo en el caso de que se consiga recuperar. Vivimos de eso. Además es un bien para las empresas, porque algunas tendrían que cerrar, al no pagarles los deudores. -¿Hay reincidentes? -Sí, especialistas en impagos. -¿Buenas migas con algún deudor? -Digamos que he tenido una relación cordial después de haber satisfecho la deuda. En una ocasión me quisieron sobornar con noches de juerga, pero no acepté. -¿Y si le levantan la mano? -Pues me defenderé, claro. -¿Se imagina en las calles de La Habana haciendo esto? -No, porque me dirían compadre, vete a cobrarle al Comandante, porque allí todo es del Estado. -¿Aquí nunca se lo han dicho? -Sí, un moroso de Ponteareas, pero no le gustó la cara que le puse, porque se metió en la furgoneta del pescado y se fue. -¿No se estará estresando? -Más que en Cuba. En esto extraño a mi país. Además le estoy agradecido, porque he podido estudiar gratis, al igual que mi hermano, un ingeniero.