El «efecto Springsteen» dejó más de trescientas sillas vacías en el concierto de Cohen

Marina Chiavegatto

VIGO

15 ago 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Más de 300 sillas quedaron anteayer vacías durante el concierto de Leonard Cohen en Castrelos. El dato no tendría especial relevancia si no fuese por la cantidad de fans que no llegaron a tiempo de comprar una de las 2.000 entradas puestas a venta. El artista canadiense era el plato fuerte de la programación de las fiestas de Vigo. Quizás por eso, y también por el precio de las entradas (vendidas a 18 euros frente a los 200 que se han pagado en anteriores recitales de Cohen), el aforo de Castrelos se agotó en solo dos días. La noticia circuló por todos los medios de comunicación y también contribuyó como publicidad positiva para el evento. Pero, al parecer, en Castrelos caben mucho más de 2.000 personas.

Los que no pudieron comprar su asiento cerca del artista ya sabían cuál era la solución: llegar antes y sentarse en la grada. Pero el jueves en la parte alta del auditorio de Castelos se escuchaba repetidamente el mismo comentario: «¿Si el aforo está completo, ¿por qué hay tantas silla vacías?»

Las últimas ocho filas no fueron ocupadas durante las tres horas que duró el espectáculo. ¿El motivo? «El efecto Springsteen», explicaron ayer en Articket, la empresa organizadora del evento. «Los problemas que hubo en el concierto de Santiago generaron determinadas circunstancias», cuentan.

La empresa comenta que, aunque no tuvo «nada que ver» con la organización del espectáculo del ídolo del rock en Santiago, prefirió «cubrirse las espaldas» en la cita de Cohen. Esto porque en un concierto de esta dimensión «nunca se sabe cuantas personas van a ir», ya que además de las entradas vendidas hay pensar en las invitaciones.

Número de bonos

«Nosotros no sabemos cuantas invitaciones repartió el Ayuntamiento», confiesa la organización. Pero, además de calcular el número de entradas «extra», Articket tuvo un segundo obstáculo: «Las invitaciones que el Ayuntamiento regala son como bonos que sirven para todas las fiestas del verano, así que era imposible saber cuantos asientos necesitábamos». La organizadora del evento prefirió «no arriesgar a que pasase lo mismo que con Springsteen» y colocó 500 sillas más en el recinto. «Sería muy malo que una persona que pagó llegase al recinto y no tuviera donde sentarse», sostienen.