Sobre todo el pulpo. Es lo que le contó el tenista a Enrique Prendes, que es el encargado de tenernos a los medios al corriente de los entresijos del Concurso Internacional Club de Campo. Enrique se puso en contacto con Rafa primero para preguntarle si se acordaba de que fue precisamente en Vigo donde confirmó su madera de campeón y, segundo, para hacerle una petición. El deportista dijo a todo que sí.
Total que mañana, justo antes de la entrega de premios a los vencedores, se sorteará una de las raquetas que Rafa Nadal utilizó en el último Roland Garros. Sí, porque la petición a la que antes aludía era precisamente esa, si podía ceder una de sus raquetas para sortear entre los aficionados vigueses. Ciertamente, todos sabemos (Robin Soderling mejor que nadie), que el pasado Roland Garros no es el de mejor recuerdo para el de Manacor, pero dicen los que le siguen de cerca que la lesión está superada y que a Federer le queda mucho que llorar. Si es cierto (no será una lega como yo la que ponga en duda los vaticinios de los expertos), la raqueta que se sorteará mañana tiene un valor añadido.
El encargado de transportarla hasta Vigo fue su antiguo entrenador, Toni Colom, el mismo con el que se hartó de pulpo aquel verano del 2002. La trajo tal cual se la entregó, es decir con una cuerda rota. No la repararon por si la persona agraciada en el sorteo tiene una vertiente mitómana y la prefiere tal cual. Que la preferirá.
La rotura de cuerdas es tan habitual que Tenisonline, que es el encordador oficial del campeonato vigués ha tenido que reparar ya más de un centenar de raquetas desde que se inició la competición.
Respecto a los recuerdos que Nadal guarda de Vigo, al margen de aspectos gastronómicos, el más importante es que fue aquí donde se demostró a sí mismo que estaba en el buen camino.
De hecho, según le contó a Prendes recuerda aquella final con todo lujo de detalles: «Fue muy dura y larga. Se tuvo que disputar en dos días. Mi rival fue Antonio Pastorino. El primer día nos pasamos tres horas para jugar dos sets. Pastorino lo devolvía todo y se tuvo que suspender la final por falta de luz». Por acordarse, hasta se acuerda del chiringuito de golosinas que había entre el club -«uno de los mejores clubes de España», dice- y el hotel. «Cada día al acabar el partido me paraba y la dueña siempre me preguntaba qué tal había ido, cuando le decía que había ganado, me regalaba alguna de más. Me daba suerte. Me gustaría volver a Vigo». Le esperamos.
Medio centenar de barcos y alrededor de 300 tripulantes tomaron parte este año en la Volta Náutica a Galicia, que el miércoles remató en Moaña. En total doce jornadas en las que lo que prima es disfrutar de la navegación. No importa quién llega el primero ni quién lo hace el último, ni quién se incorpora a mitad de camino o decide abandonar la ruta en tal o cual puerto. Puro ocio con la promoción turística del frente litoral gallego como telón de fondo.
Uxía Blanco o Luis Espada, entre otros, son algunos de los forofos de la vela habituales de esta vuelta. Curiosamente, en esta ocasión y bien a su pesar, ninguno de los dos pudo participar. A los que sí lo hicieron les esperaba en Moaña una fiesta de fin de travesía, incorporada al amplio programa de la Semana do Mar. El año que viene, más.
Los vecinos de la ciudad fronteriza no daban crédito a lo que estaban viendo. «Fíjate cómo se parece ese hombre al protagonista de Apocalipsis now», le decía una mujer a su marido mientras paseaban frente a la terraza de la cafetería Gran Manzana. «No es que se parezca, es que es él», contestó el hombre. Una vez descubierto, empezó el reguero de petición de autógrafos.
Cualquier soporte era bueno para que Martin Sheen estampara su firma. Hasta la funda de las gafas le plantó delante alguna fan. El actor, que desbordó amabilidad y paciencia a partes iguales, contentó a todos. «Es muy bien actor, pero es mejor persona», comentaba uno de los cazadores de autógrafos. No es esta la primera vez que Sheen visita Tui. De hecho alguna vez comentó que le gusta la cocina de O Cabalo Furado.