Las siete ramas de los Barreras hacen piña en el pazo da Touza

Soledad Antón soledad.anton@lavoz.es

VIGO

Llegaron para el encuentro de media España (Andalucía, Cataluña, País Vasco, Extremadura, Asturias y Levante), y hasta desde el otro lado del Atlántico.

07 jul 2009 . Actualizado a las 21:36 h.

Son los que después de bucear en documentos, preguntar aquí, allá y acolá, logró reunir Rafael Barreras en una versión actualizada de la familia Barreras. En realidad, de las familias, ya que hay hasta siete ramas. Dos centenares de integrantes de todas ellas se dieron cita el pasado fin de semana en el pazo da Touza. Llegaron expresamente para el encuentro no solo desde los cuatro puntos cardinales de Galicia, sino de media España (Andalucía, Cataluña, País Vasco, Extremadura, Asturias y Levante), y hasta desde el otro lado del Atlántico.

Allí estuvieron también las tres representantes de mayor edad de la saga: Carmen, Montserrat y Vallita. Alguna puede presumir de haber asistido con hijos, nietos y hasta bisnietos.

Todo empezó hace unos meses cuando María Barreras decidió ponerse al frente de la iniciativa. «Nos encontrábamos en distintos eventos familiares y siempre comentábamos lo bueno que sería reunir a todo el clan, hasta que un día decidí coger el testigo y ponerme a ello», explica. Tarea más que ardua con tantas ramificaciones y, sobre todo, con tan variados lugares de residencia.

Para allanar el camino nombró portavoces en cada uno de los siete grupos. Por no hablar de los cubos (que no granos) de arena que aportaron, entre otros, Rafael Barreras (ya saben, el actualizador del árbol), Ignacio Benítez Barreras, que se encargó de montarlo; Juan Barreras, que preparó un collage fotográfico con instantáneas de todos (o casi), Susana Barreras, que se ocupó del equipo técnico...

De cómo resultó al final todo da una idea el hecho de que casi tuvieron que echarles del pazo. Eran las cinco de la madrugada y los más rezagados aún no habían puesto fin a la fiesta que, ojo, no había comenzado a la hora de la cena, sino a la de la comida. Menos mal que, con buen criterio, ya eligieron un establecimiento regentado por uno de los 824 integrantes del árbol...

Me cuentan dos de los asistentes que el programa que con tanto mimo habían preparado los organizadores no dejó el menor resquicio al aburrimiento. «Hubo ratos de mucha risa y otros de llanto emocionante, pero de apatía ni un segundo», dice una Barreras consorte de nombre Carmen.

Algunas de las risas llegaron con la apertura del karaoke. Y es que todas las letras que aparecían sobreimpresionadas en la pantalla eran alusivas a distintas situaciones familiares. Hubo risas también cuando Javier Larrañaga Barreras -«un andaluz con mucha gracia»-, hizo las presentaciones.

El llanto afloró cuando a la hora de brindar recordaron a los ausentes. También eligieron música para ese momento. Una bien apropiada, el brindis de La Traviata.

Llegaron a Galicia a principios del siglo XIX desde su Blanes natal. Y echaron raíces. En Cataluña se dedicaban a la industria del salazón, así es que cuando llegaron a Vigo siguieron haciendo lo que sabían. Vinieron buscando futuro, ya que la sardina había emigrado de la costa catalana, lo que provocó una importante crisis en el sector. No fueron los únicos que hicieron las maletas y pusieron rumbo al Atlántico gallego, donde sí había abundancia de pescado. No hace falta más que echar un vistazo a los apellidos de algunas de las familias vinculadas al mundo del mar.

Los Barreras montaron sendas fábricas de salazón en Vigo, las Cíes y Pobra do Caramiñal. Sus descendientes fueron ampliando el negocio, primero con conserveras y luego con navieras y consignatarias. Los descendientes de los descendientes ya crearon astilleros... Y así hasta llegar a la actualidad en que han diversificado sus apuestas económicas apostando por los sectores más variados, desde la restauración a la belleza y desde las nuevas tecnologías a la confección. Eso sí, sin renunciar a los orígenes, ya que el mar sigue siendo un gran caladero empresarial para la saga Barreras.

Cumpliendo con un rito que se repite cada siete de julio desde hace seis años, el restaurante que regenta Arantxa Amatriain invita a todos sus clientes, amigos y forofos a una chistorrada regada con zurracapote.

Dicen que la experiencia les permite afirmar que la fiesta está garantizada. Este año si cabe un poco más, ya que contarán con la presencia de un bodeguero de la ribera del Duero, lo que implica que los asistentes podrán degustar también un vino de la zona, en concreto el Rubén Ramos. La preparación de la chistorra será cosa de José Daniel Gonzales. Todo estará listo a las ocho de la tarde (Ronda de Don Bosco, 62) para la cata. Avisados quedan.

Acaba de lanzar al mercado una nueva gama de botellas de vidrio que recupera los rasgos modernistas del siglo XIX que, dicen, fue la de mayor esplendor de Mondariz. Lejos de frivolidades, el cambio es fruto de un concienzudo trabajo de más de dos años y una inversión que ronda los cinco millones de euros.

La firma inició la pasada semana la distribución de los nuevos formatos. En total saldrán al mercado diez millones de botellas de 750 ml. y 330 ml., respectivamente. Los diseñadores han querido reflejar en ellas una combinación de historia y vanguardia. Para las de agua natural sin gas se ha optado por el vidrio transparente, en tanto las de agua con gas son de color verde esmeralda. Según Javier Losada, representan la esencia de una marca con 136 años de vida.