Las escuderías tratan de forzar la dimisión de Max Mosley

José Carlos J. Carabias

VIGO

23 jun 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Los grandes equipos han roto definitivamente con Max Mosley

Hace un año, el 3 de junio de 2008, Max Mosley tuvo que someterse a la vergüenza de un voto de confianza del automovilismo mundial después de que medio planeta descubriera su aficción por las orgías. Doce meses después, el veterano presidente de la FIA vuelve a someterse al veredicto de sus iguales.

El Consejo Mundial de la FIA se reúne mañana y de la última carrera de fórmula 1 en Silverstone salió una consigna: la caza de Max. Las escuderías intentan forzar su dimisión. Lo dijo Briatore: «Mosley ya no es nuestro interlocutor». Pero, pese a la bravata del patrón de Renault, Moxley es el que manda en la FIA. Un licenciado en física por Oxford que en 1960 acudió a una carrera de coches en Silverstone y, hechizado por el ambiente, decidió convertirse en piloto. Fue mediocre en ese papel, pero ligó su vida al automovilismo.

Desde 1993

Cofundador de la escudería March, representante legal de los equipos y promotor del Pacto de la Concordia que debía regular las relaciones entre todos los integrantes de la F-1, Mosley ascendió a la presidencia de la Federación Internacional (FIA) en 1993. Personaje influyente, de padre asociado a partidos de extrema derecha, Mosley promovió el abaratamiento de la fórmula 1 y la inversión en tecnología verde. Residente en Mónaco, fue honrado en Francia con la mayor distinción civil del país, la Legión de Honor.

Desde hace veinte años Mosley está enemistado con Ron Dennis, es poco amigo de los jefes de equipo de la fórmula 1 y siempre ha sido activo protagonista en el Mundial, pero con alma de superviviente. Resistió a la embestida del escándalo sexual del año pasado.

Flavio Briatore

Está al frente de la FIA en su cuarto mandato (termina el próximo octubre) y aunque ha reculado en su pulso contra los equipos -«la distancia para el acuerdo es mínima», ha asegurado cuando ha interpretado que el pulso va en serio-, van a por él. «Ya no me interesa lo que pueda decir», sentencia Flavio Briatore sobre la aparente marcha atrás de Max Mosley tras el revuelo montado.

El cisma continúa en la fórmula 1 y las opiniones se vierten para todos los gustos. «No hay dinero ni patrocinadores para dos Mundiales», se escucha entre los ejecutivos de las televisiones.