Localizan dos fosas comunes de la Guerra Civil en O Rosal con los restos de cinco personas

VIGO

Uno de los cuerpos se cree que pertenece al abuelo del actual alcalde de Gondomar

09 abr 2009 . Actualizado a las 13:16 h.

La labor del Instituto de Estudos Miñoranos ha permitido confirmar lo que era una certeza oficiosa para la entidad. La asociación acaba de descubrir en O Rosal dos fosas comunes de la Guerra Civil en la que se han localizado los cadáveres de cinco víctimas de la comarca miñorana, según ratificó ayer el director del instituto, Carlos Méixome.

Los trabajos de campo que estos días está realizando el equipo del IEM, dirigido por el arqueólogo Xosé Lois Vilar, en colaboración con forenses del Instituto de Medicina Legal de Santiago intentan determinar la identidad de los hombres cuyos restos se están recuperando. A falta de conocer los resultados definitivos de la investigación, todo apunta a que los cinco cuerpos se correspondan con otros tantos vecinos de O Val Miñor cuya desaparición o asesinato había sido notificado al Instituto de Estudos Miñoranos.

En una de las fosas, situadas a ambos lados de la Igrexa de San Xián, hay tres cuerpos y otras tantas familias e historias personales segadas por las armas. Juntos en una de tumbas estarían Abilio Araujo Barbosa, abuelo del actual regidor gondomareño, Manuel Prudencio do Rosario y un joven que no estaba inscrito en el registro y que se llamaría Manolo. Los dos primeros, de nacionalidad lusa (de Paredes de Coura y Lisboa respectivamente) se casaron con vecinas de Gondomar. Los tres fueron asesinados (heridos por arma de fuego de disparos de la Guardia Civil según consta en el registro civil rosaleiro), la madrugada del 11 de febrero de 1937. La jornada anterior habían sido detenidos y trasladados a la cárcel de Gondomar (que estaba en los bajos del actual Concello), explicó Carlos Méixome. Lo que allí pasó solo lo saben ellos pero su tortura se conoció en todo el municipio.

«Esperanza, a muller de Abilio, foi levarlle algo para comer pero un guardia da cívica díxolle xa na rúa que non lla levase porque xa non lle facía falta; esa noite os berros na cárcere sentíronne en todo Gondomar, golpeáronos con sillas e mesas», relata el dircetor del Instituto de Estudos Miñoranos. Abiliotenía 36 años, cinco hijos y trabajaba como jornalero, al igual que Manuel Prudencio, que se había casado el año anterior con Lucinda Penedo y tenía dos niños pequeños.

Tanto ellos como Manolo (del que se sabe trabajaba en la panadería de O forno de Laureana), habrían sido conducidos después en taxi hasta San Xián (en la carretera hacia A Guarda). Allí habrían sido asesinados. «Os veciños fixeron despois unhas andas, os suberon ata a capela e os soterraron na fosa común», señaló Carlos Méixome.