El día que Raúl Alfonsín aterrizó en la plaza de América

Soledad Antón soledad.anton@lavoz.es

VIGO

03 abr 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Es un título que el llorado presidente de Argentina ostentaba desde el 5 de junio de 1988. No sólo fue la primera persona que lo recibió, sino que se creó expresamente para rendirle homenaje. Seguro que desde que cuatro años antes había llegado a la presidencia del país se había hecho acreedor de muchos premios, homenajes y nombramientos parecidos. Sin embargo, el que recibió aquel día de manos de Manoel Soto en nombre de la ciudad lo agradeció especialmente. Según dijo, lo que convertía en especial la distinción era el hecho de que se la entregaran en presencia de sus parientes «que conocieron a mi abuelo, a mi padre, a mis tíos...», dijo.

En efecto, en el salón del pazo de Castrelos donde se desarrolló el acto, estaban sus primas Amelia y Ramona Paz (viuda de Alfonsín) y Luciano García Segade. Los tres habían acudido también puntuales a la plaza de América, donde a las 11.10 tomó tierra el helicóptero en el que llegó Raúl Alfonsín procedente de A Toxa. Le acompañaban el entonces presidente Fernando González Laxe, y el delegado del gobierno, García Sabell.

Apenas pisó el asfalto de la plaza recibió de manos del alcalde las llaves de la ciudad. Desde ese momento ajustarse al protocolo resultó prácticamente imposible. Argentinos residentes en la ciudad y vigueses se acercaban a saludarle, besarle y pedirle favores. Fue, por ejemplo, el caso de varias directivas del Centro Argentino de Vigo, que le suplicaron que les enviase una bandera. Alfonsín les prometió que sería su primera tarea en cuanto llegara a la Casa Rosada.

No era la primera vez que el presidente argentino y el alcalde de Vigo tenían la oportunidad de hablar. Lo habían hecho por primera vez en Los Olivos, la residencia privada de Alfonsín en Buenos Aires, a propósito del viaje que Manuel Soto había realizado en su día por Uruguay, Brasil y Argentina.

Entre otros, en aquel periplo le acompañó el responsable municipal de protocolo, Avelino San Luis, que con su amabilidad habitual accedió ayer a hacer un ejercicio de memoria: «Recuerdo que a mí me llamaba joven doctor. Era un hombre culto, amable, cercano. Su trato era familiar. Para estar con nosotros hizo un alto en la fiesta navideña que estaba ofreciendo a los trabajadores de la casa».

San Luis, en su calidad de jefe de protocolo, tuvo oportunidad de saludar a Alfonsín el día de Castrelos. Tiene para él aquella jornada un sabor agridulce. «No entendimos el plante de los fotógrafos. Creo que se equivocaron», afirma. Cuenta que el servicio de seguridad del presidente les había dado unas instrucciones precisas. «Algún fotógrafo le puso la cámara a un palmo de la nariz y cuando se le pidió que retrocediera se enfadó». Instó a los compañeros a plantar el trabajo y, ante la atónita mirada de Alfonsín, fueron depositando en el suelo las cámaras. Por eso resulta difícil encontrar pruebas gráficas de aquel acto, salvo alguna con las cámaras en primer plano.

Curiosamente, aquel 5 de junio el presidente argentino también tuvo la oportunidad de saludar a Abel Caballero, que como ministro de Transportes, fue el encargado de despedirle en Peinador en nombre de Felipe González. En el aeropuerto se habían dado cita miles de personas, amén de 500 gaiteiros y danzantes de la Escuela Municipal de Danza. Alfonsín, sorprendido por el despliegue folclórico quiso «pasar revista» a los gaiteiros y saludó a los que estaban más próximos a él justo antes de prometer desde la escalerilla: «Nos vemos».

El presidente cumplió su palabra el 1 de diciembre del 2003. Por razones que muchos recordarán (Corina Porro estaba a punto de convertirse en alcaldesa vía moción de censura), aquella visita no tuvo en los medios el reflejo que se merecía. En un encuentro todo lo distendido que permitió la situación Ventura Pérez Mariño recibió a Alfonsín en la Alcaldía. Esa fue la última vez que pisó la plaza do Rei el primer Vigués de Honra.

Según contó ayer en Vigo el alcalde de la ciudad lusa, Rui Río, están trabajando para conseguirlo. Mientras ese momento llega y no llega, están entregados en cuerpo y alma a la tercera edición del Circuito Boavista, que fue el verdadero objeto de la visita que ayer nos hizo el regidor.

Se trata de una prueba automovilística de tran tradición en el país vecino, en el que los aficionados al motor tendrán la oportunidad de presenciar el Mundial de Turismos y el Gran Premio Histórico durante los dos primeros fines de semana de julio.

Explicó Rui Río que la prueba regresa a Oporto tras su relanzamiento en 2005, en que se puso fin a 45 años sin competiciones de este tipo en Boavista. Anticipó que, entre otros pilotos, participarán Jordi Gene, Félix Porteiro, Sergio Fernández o Tiago Monteira. Lo dicho, la cita en julio.