Carlos Lemos, toda una vida entre fogones

Soledad Antón / B. R. Sotelino soledad.anton@lavoz.es

VIGO

26 mar 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

A ella se ha entregado sin ambages Carlos Lemos prácticamente desde que vestía pantalón corto. La vocación llamó a su puerta tan pronto, que apenas contaba 12 años cuando su familia le envió a estudiar a la recién nacida Escuela de Hostelería de Lisboa. Tan recién que fue uno de los alumnos de la primera promoción del centro portugués. En aquel año 53 en Vigo y alrededores ni siquiera se soñaba con un centro similar.

Más de medio siglo se ha pasado, pues, Carlos Lemos entre fogones. En tan dilatada vida profesional ha habido tiempo para muchas satisfacciones (y algún disgusto que prefiere no recordar). Ayer tuvo una más (satisfacción, digo) en forma de premio. Lo recibió de manos de Manuel Hermo, director del IES Manoel Antonio. El centro instituyó el galardón en 2005 para reconocer largas y fructíferas trayectorias en el mundo de la hostelería.

Hermo recordó que Lemos apenas contaba 23 años de edad cuando abrió su primer restaurante en Estoril. Allí comió más de una vez Otero Pedrayo, que «siempre pedía vino tinto gallego». En 1975 eligió Vigo para establecerse. Convirtió Las Bridas, su casa hasta hace bien poco, en un establecimiento de referencia de la cocina gallega, cocina que ha paseado por medio mundo.

Una de las anécdotas más sonadas de esos paseos fue el viaje que, a propuesta de la entonces concejala de Turismo Dolores Villarino hizo a Rusia en el año 2000 con aquel Celta que hasta jugaba intertotos. El caso es que Carlos llenó las maletas de empanadas, ternera gallega, algún marisquito... Y, por arte de magia (lo que viene a ser de pura sisa) desaparecieron las empandas en el hotel. Catorce en total. «Menos mal que dejaron la carne», recordaba ayer. Y «menos mal que quedan profesionales como Carlos Lemos», vinieron a decir ayer los asistentes al acto-comida del Manoel Antonio.

Un año más, y van tres, el centro de idiomas Schoolhouse ha abierto la espita de su concurso de deletreo en inglés, iniciativa que no para de ganar adeptos. Son citas que en los países anglosajones gozan de gran predicamento, tanto que las finales suelen televisarse en horario de gran audiencia, y los ganadores lo incluyen en sus currículos como mérito extraordinario.

Si en España se entienden menos este tipo de concursos es porque el español se lee como se escribe, con lo cual el deletreo no ofrece mayores problemas. Pero el inglés ¡ay el inglés! Una cosa es hablarlo y otra muy distinta escribirlo. Lo sabemos bien las eternas aprendices del abecé del idioma de Byron (léase Bairon).

Un total de 1.500 estudiantes de la ESO de más de 14 colegios han participado en esta tercera edición, que ayer llegó a semifinales. El gran premio para el ganador será una estancia lingüística en Toronto durante el mes de julio acompañado de otros jóvenes. Good trip!

En pocos lugares (quizá en ninguno) se anticipa tanto la celebración. Cada año, el traslado de la Virgen de los Dolores marca el arranque de esta Semana de Interés Turístico. La falta de espacio en la ex colegiata obliga a guardar numerosas imágenes en domicilios particulares. En este caso, en el de María Acuña, en cuya sala de estar se ha hecho un hueco desde hace años.

La especial devoción que los cangueses sienten por la Virgen de los Dolores quedó de manifiesto ayer en el citado traslado desde el Eirado do Señal, que es donde vive María, hasta la iglesia. El año pasado estrenó manto. Es obra del artesano sevillano Francisco Franco Ortega y está bordado en oro de 24 kilates.

Mañana empezará el septenario y el 3 de abril miles de personas acompañaran su imagen en procesión. Para ese día están encargadas varias docenas de flores, que llegarán expresamente desde Holanda.