Modesto Vázquez escuchó el «Cumpleaños feliz» a 70 voces

Soledad Antón soledad.anton@lavoz.es

VIGO

03 dic 2008 . Actualizado a las 11:42 h.

No hace falta más que observar la fotografía con detenimiento (e incluso sin él) para llegar a la conclusión de que Modesto Vázquez Noguerol lleva mejor que bien sus recién estrenados 75 otoños. Su numerosa familia, y su más numerosa nómina de amigos, organizaron con motivo de tan diamantino aniversario una fiesta sorpresa en el Marítimo de Canido en la que, según me cuenta uno de los asistentes, no faltó un clavel.

Los armadanzas del sarao pensaron en todo (o casi). Por ejemplo, decidieron distribuir a los 70 invitados en las diferentes mesas en función del lazo afectivo que les unía al cumpleañero. Así, en la mesa de la clínica que dirige, El Pinar, a la que sigue acudiendo puntual cada mañana, estaban Manoli, Quiam y Charo, sus enfermeras incondicionales, amén del doctor Rego, su brazo derecho. En la de su etapa de motero (Club Moto Vito), tenían sitio reservado Ángel y Ana Carrera, Secundino Ponte, Marcos, Marisa... En la de compañeros de estudio, José Luis Lago, Manolo Herranz, Carlos Rodríguez, Castor Covelo y Suso Somoza, con el que ha compartido cuitas desde los tiempos de internado en Santiago.

Por supuesto, había mesa familiar con sus hijos: Raúl, Mónica, Juan y Lidia, que vino expresamente desde Chile. Y nietos, ocho en total: Jacobo, Nicolás, Juan, Patricia, Alejandro, Belén, Lidia y Yaguito. Éstos últimos, además de Moncho Borrajo, fueron los protagonistas del vídeo en el que se repasó de cabo a rabo la vida de Modesto.

La lista de regalos, como es fácil imaginar, fue interminable, aunque hubo uno que destacó sobre todos, un olivo centenario que, por razones de logística, se trasladó directamente al que, desde el sábado, es su emplazamiento definitivo, la casa de campo que el psiquiatra tiene en Areas. Lo que sí le entregó una de sus nietas fue una fotografía del árbol en cuyo pie podía leerse: «Sólo seres tan sobresalientes consiguen raíces tan grandes que, como el olivo, en la madurez dan sus mejores frutos». Filosofía pura.

La cosa va hoy de cumpleaños. En este caso la fiesta sorpresa la preparó la propia protagonista. Carmen García, a la sazón presidenta de la Federación de Empresarios del Baixo Miño, entre otros muchos cargos, reunió el pasado fin de semana a 60 amigos en la Quinta do Ramo (Tomiño). Unos se imaginaban de qué iba la cosa, pero otros se quedaron de una pieza.

Visto lo visto, Carmen tuvo que tomarse su tiempo. Más que nada por lo cuidados que estaban los detalles. La que me pone al corriente del sarao es una invitada. Asegura que contadas veces en su vida se ha sentado en una mesa tan bien decorada. Por no hablar del menú. De hecho, más de cuatro se sintieron incapaces de abordar el solomillo. Y es éste llegó después del bien surtido aperitivo, la ensalada de vieiras, el salpicón de langosta y el salmón con salsa de quesos y espárragos.

¡Ah! me pidió la invitada que no olvide poner lo de los nombres de las mesas. Sí es que las bautizó con nombres de grupos musicales de diferentes décadas. Lo que no me dijo es si a ella le tocó la de The Beatles, la de Abba, la de La Oreja de Van Gogh o la de Operación Triunfo.

Llegada la hora del baile no cabía un alfiler en la improvisada pista. Por una parte, mérito del pincha discos y, por otra, de las ganas de troula de la concurrencia. Bailaron todos. Pero todos, todos. Hasta el ex alcalde guardés, José Luis Alonso Riego, demostró sus dotes para la danza.

Cuando tocó soplar las velas, Carmen García tomó el micrófono para dar las gracias a todos. En vez de la chuleta de papel al uso, y para no olvidarse de nada ni de nadie, echó mano de un puñado de esas tarjetas televisivas que con tanto glamur manejan Ana Rosa Quintana o Anne Igartiburu, entre otras. Sí, esas que llevan el anagrama de los respectivos programas en el dorso. Carmen sustituyó el anagrama en cuestión por una fotografía suya de cuando apenas había cumplido un año.

Lo cierto es que su intervención emocionó a más de uno. Pero lo mejor de todo fue que cuando terminó de hablar los invitados pudieron comprobar que las tarjetas en cuestión estaban en blanco.

Los alumnos del Instituto Francisco Sánchez, de Tui, tuvieron oportunidad de comprobar in situ el pasado lunes los intríngulis de un periódico. Viajaron hasta la central de esta mi casa (que también es la suya), para hacerse una mejor idea del proceso que sigue un diario antes de llegar a las manos del lector. Recorrieron desde el almacén de papel hasta la sala de expedición, pasando por la rotativa y, claro, por la redacción. Terminaron en el Museo, donde tuvieron oportunidad de contemplar los periódicos más antiguos de Galicia y la primera máquina con la que empezó a imprimirse La Voz.