Percusión gallega que se vende como un tambor japonés

VIGO

La banda experimenta con todo tipo de ritmos e instrumentos del mundo

14 nov 2008 . Actualizado a las 13:46 h.

Aunque el nombre del grupo provenga de un tambor japonés, se hayan formado en Holanda y utilicen instrumentos de todo el mundo, en realidad, Odaiko Percussion Group es una banda integrada por cuatro gallegos y un cubano, todos profesionales de la percusión. En sus espectáculos, que les han llevado por medio mundo, experimentan con instrumentos tradicionales de diferentes culturas consiguiendo nuevos sonidos y ritmos. «Non lle temos medo a nada e igual nos da interpretar un repertorio clásico que moderno», reconoce Juan Collazo, uno de los cinco componentes de la banda.

Toni Risco, Juan Collazo, Lester Rodríguez, Antonio Ocampo y Roberto Oliveira compaginan esta experiencia con su labor como profesores en conservatorios de Galicia y con su participación en otras formaciones. Con Odaiko han conseguido sacar adelante tres espectáculos propios que se salen de lo que se entiende por concierto. Combinan la tradición gallega con el jazz, el flamenco, sonidos de la India o los cantos de Senegal con el protagonismo de percusión e improvisación.

Han llegado a utilizar en un mismo espectáculo más de un centenar de instrumentos. Algunos tan normales como un xilófono o una batería pero también otros como el odaiko que les da nombre, unos zuecos, un cencerro e incluso tubos. Por eso, no descartan que algún día puedan hacer música con esta página de periódico. La amplia gama de instrumentos supone uno de sus principales impedimentos para buscar local de ensayo y para trasladarse cuando tienen una actuación. En Galicia no hay ningún conservatorio que cuente con todos los instrumentos que necesita el grupo y sin ellos no pueden experimentar y ensayar. De hecho, para preparar sus proyecto tuvieron que alquilar viviendas bien aisladas para poder reunirse allí y dejar fluir su creatividad musical.

En el 2008 se han consagrado como formación con un calendario de conciertos en el que por primera vez hubo continuidad. Presentaron su tercer espectáculo, en el que la tradición gallega está más presente, por lugares tan insospechados como Taiwán. Precisamente allí, tuvieron uno de sus últimos problemas porque se les ocurrió llevar la azada sin mango para aliviar la facturación y, una vez allí, les costó encontrar algo que se ajustase.