El resultado son notas, corcheas y sostenidos en cinco pistas distintas que permitirán interpretar la partitura tanto a un tenor como a un violinista o a un guitarrista. «A mí me gusta mucho cómo queda con el violín», reconoce la autora, que no ha perdido el tiempo y ya se ha puesto en contacto con los herederos de Edgar Rice Burroughs. «Se han mostrado muy interesados en comprar los derechos porque les hace falta para conseguir la patente del grito», señala. «Eso es un montón de dinero», le sugiero. «No creo», responde irónicamente.
En cualquier caso, Ángeles Durán podría vender su partitura a Burroughs Incorporated y aún le quedarían los derechos de autor para seguir en contacto con Tarzán, un personaje que conoció de muy niña cuando veía todas sus películas.