El pulpo de Montecarlo

VIGO

07 ago 2008 . Actualizado a las 11:42 h.

Es sabida la obsesión del vigués por el coche. Y no sólo porque seamos una de las potencias mundiales en la producción de esta máquina. También porque le rendimos una veneración enfermiza. Cuando, cada mes de mayo, se celebra en Cotogrande el Salón el Automóvil, los obreros de Citroën, que llevan una semana haciendo coches, suben en el suyo a toda su familia, se pasan dos horas en un monumental atasco, y pagan por entrar en el Ifevi a ver todavía más coches.

En verano, esta pasión se observa en las playas. Por cada toalla que hay en la arena de Samil, hay un coche achicharrándose en los infinitos aparcamientos, todos saturados. Siempre que el vigués va a la playa, vuelve negro. Pero no del sol, sino de dar vueltas para buscar estacionamiento.

La alternativa del transporte público se hace impensable. No ya porque no funcione bien, sino porque el vigués de pro no concibe ir a la playa sino en su coche. Y, si los guardias se lo permitiesen, se metería con él hasta el borde mismo del agua.

Pero el mejor ejemplo para conocer la pasión viguesa por el coche, lo encontramos en una de los bares más emblemáticos de nuestro verano. Hablo de «La Mona», en Canido, que es una terraza como de Montecarlo. Tú estás allí, tomando pulpo, y te pasan los coches por uno y otro lado, trazando una «chicane». Más que un dominguero tomando el vermú, pareces un mecánico de Renault en el «pit lane», con el tráfico pasándote a dos metros de la silla. Si se parase un coche, correrías a cambiarle los neumáticos.

Y, si de tapa te pusiesen patatillas, saldrían volando con el rebufo de los automóviles que, tras pisar a fondo en la recta de Mirambel, apuran la frenada para negociar la curva de la carretera cortada.

Cuando Flavio Briatore visitó la ciudad de Vigo hace unas semanas, era obvio que terminaría almorzando en la zona. Canido es lo más parecido a Mónaco que tiene nuestra ciudad, con las terrazas llenas de gente guapa sobre el mismo arcén del circuito.

Gracia nos hace a todos los vigueses que los valencianos presuman del Gran Premio que acogerán dentro de tres semanas. Aquí esto del circuito urbano lo tenemos ya de siempre y lo gozamos. Cierto que «La Mona» prepara un pulpo de los mejores de toda la comarca.

Pero, no nos engañemos, si la gente lo adora y hace cola para tener mesa, yo sospecho que es por otra cosa: Nos gusta porque aquello es lo más parecido tener la Fórmula Uno en casa. Es el pulpo de Montecarlo.