«Mi primera clase en Vigo la dimos de pie porque no teníamos sillas»

María Jesús Fuente / S. Antón

VIGO

14 jun 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Los jardines de Castrelos son para Luis Espada uno de los primeros recuerdos que conserva de Vigo. A ellos acudía con su hijo y el tacatá, y en ellos paseaba, preparaba las clases o, simplemente, leía y disfrutaba de la calma.

Su primer contacto con la ciudad tuvo lugar con motivo de la excursión de fin de curso. Todavía recuerda cuando, concluidas las clases del preuniversitario en el instituto Concepción Arenal de Ferrol, emprendieron una excursión de cinco días por Galicia y Valença do Minho. De la localidad portuguesa cita una anécdota: «Todos compramos café, era lo típico». De aquella época datan sus primeras vivencias en la ciudad.

Pero, cuando realmente contactó con Vigo fue al regresar para embarcar hacia Inglaterra en el Begoña o el Montserrat, dos barcos que admitían pasajeros y tardaban dos días en llegar al puerto de Southampton. Desde este localidad se desplazaba en tren a Manchester, donde estudió inglés durante cuatro años. Solía viajar dos veces: en verano y Navidad.

«Cuando regresaba de Inglaterra ponía en la maleta un letrero pegado con aquello de 'para Vigo me voy', venía mucha gente, emigrantes, de negocios», explica el profesor.

Fue al terminar sus estudios en Manchester cuando pasó a trabajar en empresas petroquímicas de Tarragona y a dar clases en la Universidad Politécnica de Cataluña. Desde aquí se trasladó a Vigo en 1976 para convertirse en el primer profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales.

«Cuando llegué pregunté donde estaba la Escuela y me señalaron el aire, porque aún no existía; se instalaron unos galpones prefabricados en la calle La Paz, pegado a Peritos, y empezamos el 20 de octubre con 135 alumnos matriculados; mi primera clase en Vigo la dimos de pie porque aún no teníamos sillas, no llegaron el día antes como estaba previsto», comenta.

Fue el primero en llegar en septiembre. En octubre lo hicieron cinco profesores más y el primer curso se desarrolló con seis docentes.

Y es que Luis Espada está más que acostumbrado a ir de pionero por la vida. Fue el primer rector de la Universidad viguesa, tras desempeñar un año el cargo de delegado del rector de Santiago, del que dependía el CUVI antes de segregarse y convertirse en Universidad. Tampoco esa ruptura fue fácil. «Rompimos el cordón umbilical y tuvimos que buscar local».

La primera sede rectoral se instaló en un apartamento de cuarenta metros situado en Policarpo Sanz, frente al Sireno. En él tuvo su sede el equipo rectoral, integrado por seis personas. De allí pasaron al edificio Cambón, en el Casco Vello, y posteriormente al Areal, última sede antes de trasladarse al campus.

Desde su puesto de presidente del Tribunal de Garantías de la Universidad ha tenido ocasión de conjugar con tiento los intereses de los alumnos con los del profesorado, una misión nada fácil.

En el 2002 estrenó el cargo de Valedor do Cidadán, una novedad no solo en Vigo, sino también en la comunidad autónoma. En el transcurso del acto de toma de posesión en un renovado salón de plenos el catedrático expresó su deseo de que la nueva figura llevase consigo silencio para escuchar, serenidad para reflexionar, coraje para hablar y voluntad para trabajar. Y todo, para lograr una mejor calidad de vida de los ciudadanos. Por ella se ha venido esforzando en los últimos años y seguirá luchando tras la renovación del mandato.