Alfonso Paz Andrade no duda ni un segundo a la hora de elegir rincón favorito en Vigo. «Bouzas», afirma rotundo. Explica que lo es por partida doble, profesional -«es la cuna pesquera de Galicia y es posible que la de España, título que tal vez comparta con algún puerto del País Vasco», afirma-, y sentimental, porque uno de los paseos más transitados del barrio lleva el nombre de su padre, Valentín Paz Andrade.
Precisamente ser hijo de quien es resultó determinante en su vida, tanto en su quehacer profesional como en su pensamiento político. Reconoce que tuvo una infancia y una adolescencia «singulares». Recuerda que mientras se examinaba de Reválida de sexto en Ourense tras estudiar Bachillerato en los Escolapios de Monforte, su padre entraba en la vieja cárcel de la calle del Príncipe «por motivos políticos que hoy serían méritos», dice.
Cuenta que entonces su casa, como la de otros muchos intelectuales galleguistas, «era un ágora y, a la vez, un centro clandestino en el que se reunían Otero Pedrayo, Failde, Maside, Díaz Pardo, Álvarez Blázquez...».
Explica que aunque él era apenas un niño se daba cuenta perfectamente de cuándo ocurría algo extraordinario. «Enseguida supe que los días que las caras de todos ellos cambiaban misteriosamente es que había llegado carta del otro lado del Atlántico, habitualmente de Castelao. El proceso era muy complicado. Las traía alguien hasta Portugal; lo más difícil era pasarlas luego por la frontera hasta España. El franquismo estaba en pleno apogeo».
Seguro que la mayoría de ellas llegaron a través del paso de Tui, el mismo en el que en enero de 1975 le retirarían el pasaporte a Alfonso Paz Andrade. «Me sentí muy ofendido. Pensé en exiliarme a Inglaterra, pero me lo quitó de la cabeza Julio Babé».
La elección de Inglaterra no era gratuita; conocía bien el país, ya que para entonces había residido en Londres un lustro, donde trabajaba para la World Fishing.
Barcos de verdad
Ese trabajo fue determinante para que Vigo se convirtiera, en 1973, en el primer puerto no británico que acogía la celebración de la feria. El empeño personal de Paz Andrade y la complicidad visionaria del entonces presidente de la Cámara de Comercio, José Nogueira Dalmás, posibilitaron aquella primera vez. «En tantas ocasiones martilleé a los responsables de la organización con que no tenía sentido que una exposición de esa magnitud se celebrase en una ciudad sin industria pesquera como Londres, que accedieron a visitar Vigo. Entonces les dije por fin vais a ver barcos de pesca de verdad, oler a escama y a maruxía», explica.
Desde el primer momento pensó en Bouzas como escenario. «Es que no sólo es la cuna pesquera de Galicia, es que aquí nació incluso un arte que aún se emplea, el de arrastre por pareja. Supuso un avance tecnológico de tal magnitud que nos lo copiaron otros países, donde es conocido como the spanish trouling (el arrastre español). Por no hablar de las legendarias estirpes, tanto de armadores como de patrones que ha dado», asegura.
En aquel cercano-lejano 1973 Vigo no sólo carecía de servicio aeroportuario regular, sino que las infraestructuras hoteleras eran mínimas. «Menos mal que acababa de abrir el Bahía. Fue un salvavidas insuficiente, así es que tuvimos que fletar un trasatlántico para convertirlo en hotel».
El próximo año Vigo volverá a convertirse en sede de la World Fishing pero, comparativamente, ninguna de las cinco ediciones anteriores ha resultado tan exitosa como la primera si a las cifras de negocio nos remitimos. «El ministro de Pesca de Cuba firmó con Barreras el mayor contrato de construcción de buques de pesca jamás firmado», relata a modo de ejemplo.
No menos noticiable fue la visita del ministro Alexander Iscof, el único miembro del gobierno soviético que pisó España en vida de Franco. «Iba a estar un día, pero le gustó tanto que estuvo dos. Tenía debilidad por las ostras, así es que le llevamos a comer al Mosquito. No paró de alabar la merluza a la gallega que preparó doña Lola».