Los castillos en el aire del presidente se han derrumbado

Juan Villar

VIGO

27 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Carlos Mouriño Atanes parecía tener las ideas muy claras sobre el modelo de club que quería cuando asumió la presidencia del Celta. Pero sus proyectos iniciales se derrumbaron como castillos en el aire y fue dando giros en sus decisiones y en su forma de actuar a medida que los fracasos se han ido sucediendo. La opinión pública ya no sabe a qué atenerse porque Mouriño se ha ido enrocando en sí mismo, cada vez da menos pistas de sus líneas maestras y el proyecto va dando tumbos. De sabios es rectificar y todo el mundo merece una tercera oportunidad, pero ya no existe margen de credibilidad en el actual presidente y ahora debe ser él quien demuestre su capacidad de sacar al Celta de la crisis en la que se ha sumido en todos los sectores.

1La pérdida de peso del Consejo de Administración

El giro en el papel del Consejo de Administración del Celta ha sido radical. Carlos Mouriño lo renovó a su llegada por completo eligiendo a personas representativas de todos los ámbitos de la sociedad gallega. Vendió que las decisiones se iban a tomar en conjunto. Esa es la imagen que dio en la primera decisión trascendente que tuvo que tomar, sobre si destituir o mantener a Fernando Vázquez como entrenador cuando las cosas iban mal. Todos los consejeros votaron en una reunión que se había prolongado hasta la madrugada. Esta temporada las cosas han cambiado y cada vez que hubo que echar a un entrenador no hubo reunión del Consejo. Por ejemplo, en la de López Caro se reunieron cuatro en las oficinas particulares del presidente. Y ahora varios ya amenazan con dejar su cargo. El primero fue Julio Silveira. Habrá caras nuevas.

2El proyecto deportivo navega a la deriva

Los resultados tienen un peso importante a la hora de valorar si la gestión de un club de fútbol es positiva o negativa. Los recursos económicos son los que tienen que marcar las aspiraciones de un club, pero lo cierto es que Mouriño heredó un Celta recién clasificado para la Copa de la UEFA.

Desde el primer momento su gestión deportiva ha ido de fracaso en fracaso. En su primera temporada se relajó pensando que sin hacer nada el equipo tenía mimbres suficientes para competir en Primera División sin pasar apuros. Solo invirtió en contratar a Nené. Llegó el descenso y su solución fue cambiar radicalmente la estructura deportiva del club, dando plenos poderes para el nuevo proyecto a Ramón Martínez, que sustituyó a Félix Carnero en la dirección deportiva.

El modelo inglés que pregonó a su llegada empezó a derrumbarse con el descenso. En ningún momento encontró la persona adecuada para liderarlo, el mánager, como le llaman en las islas británicas. Desde que Martínez asumió el cargo el equipo ha ido a la deriva. Él dice que no es responsable.

3El vínculo social es cada vez más precario

La ciudad se identifica cada vez menos con el Celta y son pequeños granitos de arena los que contribuyen a ello. Los resultados pueden no funcionar, pero eso no es suficiente para echar al público de Balaídos o que la gente deje de hablar de los celestes en las cantinas. La forma en que se prescindió de Gustavo López o los despidos de muchos trabajadores celtistas de toda la vida para traer a gente de fuera en las diferentes estructuras del club son ejemplos.

4Crisis económica heredada y deuda en crecimiento

Mouriño dice que no conocía el verdadero estado de quiebra del club cuando le compró las acciones a Horacio Gómez. Lo cierto es que en estos dos años la deuda ha seguido creciendo y las soluciones siguen esperando.